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Tenía cierta reticencia a escribir sobre la Crespita Rodríguez, me saturó la capacidad de los medios de transformar la pelea contra la Tsunami (que chapa más inapropiada en estos tiempos), específicamente la transmisión en vivo, en retórica chovifeminista. Sobre todo considerando que la monserga se montaba sobre la práctica de un deporte maltratado en un país de guatones sedentarios (me incluyo- vale hacer presente que vi la pelea acostada y perfectamente apertrechada de empanadas y vino).

Eso, mi reticencia, hasta que un amigo, mientras hablábamos de boxeo, al tiempo que engullíamos torta y café, ataviados como perfectos burócratas de un cuento de Kafka, me dijo que se hacía un barco pirata con el triunfo de la Crespita, que era puro show, que sus rivales eran paquetes, que la asociación por la que peleaba era menor (ocupó otras palabras).

Sus afirmaciones me provocaron unas ganas incontenibles de transformarlo en mi sparring in actum, pero finalmente sólo le di un golpe de conejo y me despedí de manera poco amistosa. La Crespita no se lo merece.

Mientras la micro me traía de vuelta al hogar pensé en las razones de mi reticencia a escribir sobre la campeona, ¿no será que no quiero escribir porque ella es veloz como un rayo y yo más lenta que el Only You? o sea ¿no será envidia?, es absurdo, hasta ahora sólo he boxeado en sueños, contra fantasmas…hasta ahora. Mientras prendía el computador pensé ¿No será que me confundí y estoy como esos progres rancios que le atribuyen al deporte, individualizando a través de los deportistas y sus fails, a lo Vidal, culpas que no son suyas?

En eso estaba mientras abría Facebook, entonces encontré el siguiente comentario en la cuenta de la campeona: “Hoy mientras trabajaba en un tercer año básico comentamos acontecimientos importantes del fin de semana, ellos mencionaron varias cosas entre ellas tu triunfo, pero más hermosa aún fue la aclaración de uno de los pequeños quien dijo: “El boxeo es más que agarrarse a combos, es pensar muy veloz para esquivar”… en ese momento mi corazón se infló de orgullo y les dije ” En la siguiente actividad usaremos la estrategia de la CRESPITA, la del pensamiento veloz”… Dimos un aplauso grande en tu honor, así q GRACIAS, MIL GRACIAS por ser en el día de hoy nuestra inspiración”.

El deporte, y en particular el boxeo dada su condición amateur, predominante en nuestro país, sigue constituyendo una forma de encuentro, aunque marginal, en el pecaminoso espacio de ocio en medio de una sociedad exitista y obsesionada con la productividad rentable y medible en el corto plazo. Ahí está el gran valor de la titánica labor de la Crespita Rodríguez, en el incentivo al reflote del boxeo, no sólo en su dimensión de espectáculo, no sólo como valoración de lo meramente recreativo, como espacio de encuentro, “comentamos acontecimientos importantes del fin de semana”, sino también y a la vez como práctica, “El boxeo es más que agarrarse a combos, es pensar muy veloz para esquivar”, asociada a una disciplina, a la idea de una estrategia.

Muchas son las notas de prensa que han aparecido tras la pelea de agosto referidas a este deporte. Aunque la mayoría se centran hasta la saciedad en lo “novedoso” de la práctica femenina, transformando lo novedoso justamente en su opuesto, es notable que muchos de los artículos se refieran específicamente a la práctica no profesional de este deporte, y al lugar que ha ocupado la carrera de la campeona como incentivo a esa actividad disciplinadamente.

El trabajo de doña Carolina logra imponerse a la palabrería obesa de los grandes éxitos deportivos puestos al servicio de la entelequia de lo chilensis, que la prensa intentó colgar de sus rulos, y emerge el deporte como espacio de encuentro y práctica entre mortales amateurs. Por eso te damos gracias Crespita Rodríguez.

Con el sueldo de este mes compraré mis primeros guantes.