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“Miles de norteamericanos, los fans de Nueva York, de Filadelfia, de Chicago, supieron lo que fue el “Tani”, el liviano de la bravura inigualable, el Tigre Humano que marcó una época en el país donde se consagran todos los seres que algo extraordinario valen”, así comenzaba una crónica de Revista Estadio del año 1944 donde se relataba parte del éxito que logró en los Estados Unidos el púgil chileno, Estanislao Loayza.

El “Tani”, como era popularmente conocido, nació en la ciudad de Iquique el 7 de mayo de 1905. Fue descubierto por el entrenador Lucho Bouey cuando aún era un joven que se ganaba la vida en el Matadero de Iquique, de hecho, la leyenda cuenta que parte de su fortaleza la consiguió bebiendo la sangre de los toros negros que eran sacrificados en ese lugar.

Loayza solo alcanzó a disputar algunas peleas en nuestro país, todas ellas en Iquique, por eso para el público santiaguino era un total desconocido. Eso, hasta que comenzaron a llegar los cables informativos, desde los Estados Unidos, con las hazañas y proezas de un chileno con una zurda endemoniada y que en aquellas tierras era conocido como “Stanislaus Loayza, lightweight from Chili”.

El Tani fue el primer chileno en disputar una corona mundial. La oportunidad llegó el 13 de julio de 1925 luego que quedara vacante el cetro de la categoría liviano, lo que obligó a realizar un campeonato eliminatorio con peleadores estadounidenses y extranjeros.

Loayza triunfo fácilmente en el grupo de los foráneos. Derrotó sin complicaciones a púgiles como All Simons, Aramis del Pino, Peter Harthley, Lou Palusso, Tommy White, Cirilin Olano, Kid Henry, Lalo Domínguez, e Hilario Martínez. Por el lado norteamericano, el triunfador fue Jimmy Goodrich.

La superioridad en los combates anteriores del chileno fue tanta que la prensa norteamericana no dudó en otorgarle el favoritismo para la pelea titular. Las notas de la época titulaban “por primera vez en la historia, un sudamericano será campeón del mundo de boxeo”.

Lamentablemente para las aspiraciones nacionales, Estanislao Loayza inauguró una racha maldita de fracasos caracterizada por infortunios e incidencias que, en muchas ocasiones, escaparon de las posibilidades de sus protagonistas.

Hay muchas versiones para lo ocurrido, pero lo concreto es que Loayza sufrió una fractura de peroné durante el primer round. Algunos dicen que fue un pisotón casual del árbitro, otros que su pie se enganchó en la lona, como sea que haya sido, el resultado fue uno solo, Loayza besó la lona cinco veces y fue retirado a la mitad del segundo round.

De todas formas la bravura del chileno quedó demostrada en ese combate. “Perdió el chileno, pero así, cojo y todo, dio muestras de su espíritu indómito en el ring: en un pie estuvo peleando la mitad del primero y del segundo round, hasta que fue retirado. Saltando en un pie se iba a las cuerdas y afirmado de espaldas iniciaba sus clásicos rushes, pero en cuanto se separaba caía y el combate en esa desventaja no podía continuar”, señala una crónica de Revista Estadio del año 1944.

Luego de aquél combate Loayza estuvo en reposo durante seis meses, lo que no le impidió volver al ring protagonizando una de las trilogías más electrizantes y comentadas de la época contra el norteamericano Phil McGraw. La intensidad de estas peleas fue tanta, que los cronistas norteamericanos las calificaron como “la mayor batalla del siglo”.

La fama del “Tani” en los Estados Unidos fue tal que en un concurso de popularidad realizado en ese país, Loayza resultó electo vencedor por sobre la figura de Jack Dempsey, uno de los pesos pesados más importantes y reconocidos de la historia.