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Wagner Salinas jamás se preocupó de ocultar su cercanía con el “Chicho”. Lamentó en el alma su tercera derrota consecutiva por alcanzar la Presidencia de la República, en 1964, en manos del demócrata cristiano Eduardo Frei Montalva.

Su buena condición física y su metro noventa y dos le permitió coronarse campeón latinoamericano de boxeo. Paralelamente, tras obtener el cartón de técnico agrícola, conoció a su esposa, Carmen Órdenes. Junto a ella regresó a Talca para trabajar en labores agrícolas con su padre, claro que sin dejar de empuñar los guantes.

Ante la disyuntiva de aspirar a un título mundial o pasar más tiempo con su familia, optó por esto último. La llegada de dos retoños volvió sus incursiones al cuadrilátero cada vez más esporádicas, lo que no pareció alterar demasiado su espíritu.

Uno de los hechos que marcarían su vida –y también su muerte- sería su rol de líder en la toma de unos terrenos cercanos a la Panamericana Sur, bautizados por los propios pobladores como campamento Pedro Lenin, en homenaje a un joven izquierdista fallecido mientras intentaba ingresar clandestino a Cuba.

Mientras improvisaba un acalorado discurso sobre la tierra polvorienta, pronunció aquella frase que le hizo ganarse para siempre el odio de sus adversarios políticos: “… esos ratones que se esconden en sus agujeros…”. Se trataba de una referencia evidente a un conocido comerciante talquino y militante del opositor Partido Nacional.

-Las cosas van a cambiar –repetía-. Para eso estamos trabajando con el compañero Presidente. Miembro del GAP –Grupo de Amigos Personales, como fue bautizado por la prensa de derecha el dispositivo de seguridad de Salvador Allende– eran sus frecuentes viajes a lugares remotos como Argelia, Cuba y la Unión Soviética.

Cuando su esposa le manifestó preocupación por el riesgo, Wally fue claro: “Mira, yo quiero que te grabes una cosa: si viene una bala, si no soy yo, es el Presidente”, en alusión a los posibles atentados de los cuales Allende podría ser víctima por parte de comandos antimarxistas, especialmente de Patria y Libertad.

La noticia de un nuevo embarazo de Carmen fue tomada como una bendición. Sin embargo, cuando ella se disponía a cumplir cuatro meses de gestación, Wally realizó el último viaje del cual ni él ni Allende regresarían. Su único consuelo fue una carta de despedida escrita sobre una servilleta con manchas de café en un campo de concentración.

El pasado mes de diciembre la Corte de Apelaciones de Santiago condenó a un total de 18 años de prisión al general (r) del Ejército, Luis Ramírez Pineda que en 1973 ordenó la ejecución de Wagner Salinas Muñoz y Francisco Lara Ruiz.

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