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Por la década de 1930, uno de los mejores exponentes de la época dorada del boxeo nacional fue Osvaldo Sánchez, catalogado como uno del mejor peso pluma de la historia de Chile, fue un boxeador prodigio con una gran carrera amateur, comenzó sus primeros pasos en el club Juan Arévalo ubicado en barrio Matadero, la  cuna de muchos púgiles nacionales. Con un muy buen record amateur,  pasando al profesionalismo con su primer combate pactado a 10 asaltos, parece increíble el número de asaltos aunque así era el estilo en los años 1930.  Los rivales de Sánchez siempre fueron de categoría, debutando con Humberto Guzmán uno de los púgiles más curtidos de la escena nacional, también combatió con el incombustible Filiberto Mery y el popular Kid Langford.

Su boxeo se destacaba por poseer una poderosa derecha que siempre impactaba en riposta, con buenas bases técnicas, llegando ser catalogado como el mejor peso pluma del país. Dada su habilidad y técnica y el alto número de KO que registraba, no encontraba rivales en su categoría y tenía que competir frecuentemente con ligeros, regalando kilos como se dice en la jerga boxística. Sánchez es alabado por la prensa de la época.

Pero a pesar de sus sobradas condiciones para poder seguir una ascendente carrera en el extranjero, pero Sánchez se había casado muy temprano y no tenía medios económicos para emigrar, tampoco fue apadrinado por personajes importantes de la época como Luis Bouey el histórico manager de Estanislao Loayza y Arturo Godoy. En 1934 se fue a Lima en donde busco muchas peleas de poca monta y con escasa competencia, incluso enfrentándose a competidores de peso medio. Esto mermo sus capacidades y redujo su nivel competitivo, volvió a Chile en 1940 año en que se retiró. La revista Estadio a modo de epitafio coloca al fin de su reportaje palabras que parecen ley en la historia del boxeo nacional.

“Fue uno más en la larga lista de grandes figuras del boxeo chileno que por diversas circunstancias terminaron en caminos equivocados y se inscribieron en el gris destino de los hombres sin historia[1]

La historia de Sánchez, paso como un recuerdo en las revistas deportivas. Pero habla de una época en donde ser un deportista de elite, al igual que hoy es una tarea titánica que depende de todo un circuito de competencias y el capital cultural que permita el crecimiento deportivo entendido como una forma de vida más y no un pasatiempo.

[1] Revista Estadio, 6 de enero de 1956 , N° 660. “Osvaldo Sánchez” recuerdos de ayer.