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Sergey Kovalev necesitó de menos de seis minutos para exorcizar los fantasmas que cargaba desde las dos derrotas que sufrió ante Andre Ward, al noquear a Vyacheslav Shabranskyy, ex campeón mundial semipesado de la OMB, y el futuro le tiene buenas noticias al ruso.

La reconstrucción de la carrera de Kovalev comenzó de la mejor manera y ya recuperó uno de los tres cinturones que tiene como meta alcanzar en 2018.

Hay que aceptar, no obstante, que por más que sus dos derrotas fueron controversiales ante Ward, es un disparate que ésta pelea ante Shabranskyy haya sido de título.

Shabranskyy no era lo mejor disponible para disputar un cetro mundial (ocupaba el décimo lugar en la clasificación de la OMB) y por un tema técnico es difícil entender como un púgil (Kovalev) que viene de perder sus dos últimas batallas y que estaba segundo en la clasificación, va por un cinturón universal. De todas maneras, tarde o temprano sería campeón. Podríamos considerar que se adelantaron, pero hay que decirlo.

La batalla duró nada, apenas un asalto y medio. El ruso salió a golpear duro desde el vamos, lo vimos enfocado, estaba dispuesto a recibir y dar golpes de poder, como si quisiera demostrarse a sí mismo que podía superar las dos derrotas y, de paso, superarse a sí mismo.

Kovalev había advertido que traía un cambio de actitud, una nueva disposición en su carácter boxístico, pasó por una cura espiritual en Grecia, cambió de esquina y llegaba a esta batalla con el claro objetivo de revivir su carrera.

En parte, lo logró, al menos mostró hambre de victoria y disposición a llevarse por delante a su primer rival. Shabranskyy se vio atropellado desde el primer asalto. Dos golpes volados de derecha por afuera que impactaron en el mismo lugar – su oreja izquierda – lo enviaron a la lona y apenas la campana lo salvó en el primer episodio.

Para el segundo round, la misma receta y nuevamente a la lona con otro golpe tatuado en la oreja izquierda. El ucraniano se levantó tambaleante y en medio de una andanada de golpes, el juez se apiadó y paró el desigual combate. Kovalev ganó de forma contundente, pero no tuvo rival y, a excepción de su actitud, poca cosa nos deja para el análisis.

Fueron poco más de cinco minutos de acción. En lo que restó para el análisis, se pudo percibir una buena velocidad en el golpeo de Kovalev. Al comienzo sorprendió abanicando un golpe por afuera que le llegó al rostro del ucraniano a una velocidad superior a la acostumbrada en Kovalev. Eso puede ser una señal de que el ruso ha trabajado en la velocidad de golpeo y en el rubro explosividad con buenos resultados.

Es verdad, se mostró ágil, aunque en defensa fue el Kovalev de siempre. En ese corto lapso, Shrabranskyy le llegó con algún volado por afuera y lo conectó en más de una ocasión con el jab o la recta para aprovechar su mejor extensión.

Kovalev todo lo resolvió con su buena asimilación y la disposición ofensiva que, en general, le ha rendido buenos resultados. Sus rivales siempre deben estar más atentos a los golpes de poder del ruso que a su propia ofensiva.

La victoria es saludable, lo recupera y le permite dar vuelta la página de su terrible experiencia ante Ward. No sólo por los pésimos arbitrajes que debió padecer en las dos derrotas, también por la inoperancia de su boxeo, que no tuvo herramientas para recuperarse y resolver el crucigrama de marrullerías que le planteó Ward.

Recuperar todos sus cinturones es ahora su gran objetivo. Sullivan Barrera podría ser su próximo rival, aunque presumo que el cubano irá directamente por el título de la AMB contra Dmitri Bivol, le corresponde y ya es también el rival obligatorio del ruso.