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Entre el 2 y el 5 de agosto, el boxeo nacional vivió una jornada histórica con récord de participantes en el Campeonato Nacional Femenino. Un total de 33 inscritas animaron uno de los torneos del mundo amateur más esperados del año, pero ¿se condice el número de participantes con la calidad? Hacemos una breve revisión.

LO BUENO

Lo más destacado es que hubo tres categorías que presentaron un alto nivel de competitividad: 60, 57 y 54 kilos. Fue precisamente en estos pesos donde el conjunto de boxeadoras, salvo contadas excepciones, llegaron mejor preparadas física y técnicamente.

Casualmente, también fueron las finales más atractivas de ver. En los 54 kilos, se dio un interesante choque de estilos entre una brawler como Daniela Rojas, que con su intensidad y volumen de golpes logró cortarle la distancia a una estilista como Daniela Tobar, quien pese a perder en una cerrada decisión dividida, demostró mucha capacidad a lo largo del certamen dejando en el camino a una de las favoritas, Brenda Lantaño.

Daniela Tobar logra esquivar un cross de derecha de Daniela Rojas.

En los 57 kilos, llegó a la final una mujer que rápidamente ganó fama por dos triunfos por la vía rápida en las preliminares: Camila Vásquez. Sin embargo, su estilo heterodoxo y un repertorio de combinaciones de los más amplios del torneo chocó de frente contra una púgil aguerrida y de las mentes más poderosas demostradas durante este campeonato: Victoria Torres. La valdiviana demostró mucha garra y estrategia para remontar el combate hacia el final y, si bien las tarjetas no le dieron la pelea, logró igualar un combate que en el papel aparecía como desnivelado y hasta imposible de ganar.

Finalmente en los 60 kilos -tal vez la más atractiva de las categorías-, el choque final era más que merecido entre la experimentada Yury Lobos y la sorpresa Claudia Uribe. Esta última brilló en las preliminares por algo que no se suele ver mucho en el boxeo chileno: Un estilo ofensivo complementado con un buen juego de piernas y un impecable manejo de ring. Esa forma de pelear nadie la pudo descifrar y la instala sin duda como una de las mejores de todo el torneo.

Además de las mencionadas, hubo otras dos campeonas que sobresalen sobre el resto: El caso de Victoria Quevedo, bicampeona en los 64 kilos y probablemente la mejor de todas libra por libra, pero que no pudo lucir suficiente tras la temprana eliminación de Marcela Maichil, una de las principales retadoras en la categoría. Lo mismo pasó con Aylin Sobrino, cuya pegada prácticamente no tuvo rival en los 75 kilos.

Victoria Quevedo lanzando una impecable derecha de contragolpe.

LO MALO

Lo peor del torneo corrió por parte principalmente de los entrenadores. Aún permanece esa mentalidad de presentar boxeadoras al campeonato nacional “para probar”, como caja de resonancia de sus gimnasios que termina siempre con el mismo resultado: la inapelable derrota. Empujados por esa idea, llegan púgiles mal entrenadas, fuera de sus categorías y derechamente no competitivas.

Además, persiste esa idea de obligar a pelear a una boxeadora que es ampliamente superada. Es decir, no basta con haberlas preparado de manera mediocre en sus respectivos clubes -si es que las prepararon- sino que además las obligan a ir de frente. Eso es inaceptable bajo toda perspectiva.

Respecto a esto último, también cabe un llamado de atención a los árbitros. Ellos son los primeros que deben cuidar a los boxeadores sobre el ring y, si bien su desempeño fue aceptable en lo global, el referato es una labor que demanda perfección. Un ejemplo catastrófico fue el combate entre Claudia Díaz y Yury Lobos, donde no hubo pelea, sino una masacre. Ese combate llegó inexplicablemente hasta el final del tercer round. Claramente, ni el árbitro ni la esquina de Centro Iquique estuvieron a la altura.

El lamento de Marcela Maichil.

LO FEO

Una de las derrotas más feas la sufrió la boxeadora de Chonchi, Marcela Maichil. Prometía ser una de las grandes revelaciones y en los segundos que alcanzó a pelear lo demostró sobre el ring. Sin embargo, una mala decisión del médico del combate desencadenó una cadena de errores que empañó el torneo y le restó deportividad a toda una categoría.

El doctor presente determinó acabar la pelea por sangramiento, le informó esta situación a la árbitra quien confió plenamente en su juicio. Sin embargo, cuando la referí ya había determinado una victoria por RSCI a favor de María Castro de Tomé y esta ya se había sacado los guantes, el médico se retractó y pidió reanudar la pelea, algo totalmente fuera de norma. Sencillamente, eso no puede pasar.

Por otro lado, también hubo dos grandes decepciones: Las derrotas de Macarena Orellana y Jhany Torres. La primera arrastraba toda una carrera en el kickboxing, sin embargo, sufrió una estrepitosa caída ante una de las campeonas, Camila Vásquez. Lo mismo con la representante de San Bernardo, quien llegaba con fama de ex campeona y también fue despachada en primera ronda por Claudia Uribe.

Otra de las cosas feas de este torneo fue la ausencia de Marcela Romero, quien no pudo revalidar su título por problemas de salud que le impidieron competir.

Fotos: Camilo Barriga y Jorge Drouillas.