Es día miércoles en la ultima ciudad de Chiloé, el lejano Quellón, pese a la humedad y una lluvia intermitente, los alumnos llegan puntualmente a las 7 de la tarde al lugar de entrenamiento de Ramón Contreras, quien enseña a la comunidad, con pedagogía y mucha paciencia. Con gran amabilidad y la hospitalidad propia del sur de Chile, comienza su clase con variados asistentes, niños y un grupo mixto, algunos más avezados y otros llenos de entusiasmo. Entrena con todos y dirige pacientemente las clases, su entrenamiento se alarga hasta las 22:00 hrs, donde metódicamente trabaja con cada aparato de su local de entrenamiento, A pesar del aislamiento y las dificultades propias del lugar, todos tienen sus implementos y trabajan pausadamente, según la guía de Ramón Contreras, quien, pacientemente, se da el trabajo de enseñar, cómo trabajar cada aparato y repara constantemente en la calidad técnica. Sin duda una gran experiencia y la prueba de que no hay excusas para entrenar, así continua el boxeo al “Fin del Mundo“.