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Por Juan Larena, desde USA

El evento planteaba un intrigante duelo. Por un lado, Pacquiao ignorando el paso del tiempo y prometiendo la victoria por KO. Por el otro el invicto Thurman, diez años más joven y apostando sería él quien noquearía al rival …y en el primer round. La pelea por poco termina en el capítulo inicial, pero a favor del filipino, que derribó al supercampeón welter de la WBA con un preciso derechazo.

Thurman sobrevivió el mal trance, pero sufriendo durante las dos vueltas siguientes. Recién por el cuarto round el estadounidense pareció encontrar la brújula y la pelea se puso brava. Ambos generaron golpes de potencia, en un combate donde la emotividad continuaba vigente, con un Pacquiao más convincente…. y muchos de sus fanáticos rezando para que no tuviera un descuido como le ocurrió con Márquez.

Pero estaba escrito que era la noche de Manny; aguantó cuanto le tiró Thurman y terminó defendiendo su chance como un león.

El análisis inmediato anticipaba un fallo unánime, sin embargo, como un anecdótico apunte para la polémica, solo dos jueces vieron ganar al Pacman (Cheatham y Moretti con idénticas tarjetas 115-112), mientras que sorpresivamente Glen Feldman (considerado como uno del los mejores “made in USA”) sumaba 114-113 a favor de Thurman, dejando perplejos a los expertos e irritadísimos a los partidarios de Manny.

Lo concreto es que Pacquiao es ahora el campeón welter unificado de la WBA. Al título regular que había conquistado derrotando a Matthysse, suma este de supercampeón que ostentaba Thurman (¿cuándo llegará la hora en que los “abecedarios” del boxeo reconozcan que debe existir un solo campeón y no continuar inventando más cinturones?).

El senador y boxeador ya está haciendo las valijas para retomar su tarea política en Filipinas, con veinte millones de dólares más en su cuenta y la promesa de volver al ring el año próximo.