El entrenador Robert García protagonizó uno de los gestos más humanos del fin de semana en el boxeo. En lugar de celebrar el nocaut de su pupilo Vergil Ortiz Jr. sobre Erickson Lubin, el reconocido técnico corrió al ring con un banquillo en la mano para asistir al boxeador noqueado. Un acto que recordó a todos que, más allá del espectáculo, la seguridad y el respeto son lo primero.













