Jorge Drouillas Espinosa[1]

Español, criado en Valparaíso y siempre dispuesto a diputas callejeras, era un habitual de los “choros” del puerto, donde frecuentemente se encontraba envuelto en riñas. Así, viendo el ímpetu que poseía, fue inscrito por su padre en el club “Centro La Gallina”, curioso nombre derivado de que el club era también un centro folclórico, algo común desde inicios del siglo XX, cuando los obreros se reunían en las llamadas “filarmónicas”, o centros deportivos sociales que permitían su esparcimiento.

Hacia 1920 Carretero empezó su vida deportiva en la categoría peso ligero, haciéndose prontamente conocido por su agresividad y  enfrentando sin miramientos a quien tuviera por delante. Así, con un boxeo violento, que no temía caer en la trampa para ganar, se hizo fama de pugilista rebelde y agresivo, aspecto que era muy atractivo para el público porteño. Con un record invicto en el amateur, en 1924 se hizo profesional por una extraña circunstancia, ya que la asociación de centros de box de Valparaíso volvió profesionales a todos los pugilistas amateur que habían recibido algún pago por sus presentaciones.

En 1925[2] fue invitado a un par de eventos en Santiago, siendo la primera vez que realizaba el viaje a la capital. Los cronistas deportivos recalcaron su habilidad en el intercambio con dos púgiles locales, sin embargo, perdió por malos fallos ambas peleas. No obstante, el argumento de mal fallo es discutible, ya que su boxeo se destacaba por lo violento y brutal, siendo probablemente mal evaluado en Santiago, donde la organización de un cuerpo de árbitros y jueces estaba más compuesta hacia 1926.

Pero el viaje de Carretero no fue todo perdidas, ya que mientras se alojaba en un club capitalino, pudo realizar diversos sparrings con el “Tani Loaiza”, que hacia esos años era una verdadera súper estrella, con diversos combates en Estados Unidos, disputando incluso en 1925 el título mundial ligero. Con este sobresaliente compañero de sparring, Carretero llegó con nuevos bríos a enfrentarse con quien se le topara en el camino. Así, noqueó furibundamente a todos sus rivales durante 1926 y 1927, incluso fabricándose fouls, como cuando se enfrentó con el rudo marino belga Armando Schakaels, quien lo apabullaba en corta distancia. Sin embargo, de manera violenta Carretero simularía un foul, ganando por descalificación al belga.

Carretero era impetuoso e irascible y siempre quería ganar. Esta fama de “choro del puerto” lo llevó a recorrer Chile. Así, durante una rocambolesca gira por el norte grande, elegiría a Iquique como el lugar ideal por su bohemia y porque, según él, era mejor pagado. Sin embargo, tras haber ganado una gran bolsa de 30 mil pesos – una fortuna para la época -, la dilapidó en mujeres y antros, comenzando así su periplo para volver a Valparaíso, recurriendo incluso a la comunidad hispana para que le enviara dinero. Pese a ello, Carretero el “camorrero” se gastó el dinero dos veces consecutivas y, cuando por fin volvió a Valparaíso, tuvo que esconderse de la colonia española, que quería cobrar su deuda.

No obstante, parece que salir de Valparaíso disminuía sus condiciones combativas, ya que cada vez que lo hacía perdía. Así, hacia 1930 abandonaría el ring, dedicándose a la albañilería y siendo posteriormente reconocido como un afamado maestro baldosero en el puerto. Si bien las historias de farras no acabaron ahí, el camorrero del puerto tuvo buenas ideas y contribuyó a formar una asociación de boxeadores veteranos en Valparaíso. Esa organización se concretaría en 1945, gracias al apoyo de diversos entusiastas locales. De esta manera, la historia de Felipe Carretero no sólo nos ilustra cómo el pelusa de la calle llega al boxeo e, incluso, con cierta guía llega a tener éxito, sino también las aventuras de un boxeador provinciano a inicios del siglo XX.

 

[1] Profesor de Historia y Ciencias Sociales, Magister en Historia. Articulo editado por Marta Valenzuela, Facso.

[2] Revista Estadio, N° 193, año 1947. Figuras del pasado, Felipe Carretero. página 31