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Manuel Sánchez, leyenda del boxeo chileno, encontró la muerte de manera trágica mientras trabajaba en el matadero Franklin atropellado por una moto en pleno transporte de un cajón de frutas. Para un boxeador que fue realmente el primero en todo, el primer campeón sudamericano, el primero en competir en Europa, en organizar una selección nacional e incluso en llevar al boxeo a las FFAA, fue un final poco digno para su legado.

Manuel Sánchez comenzó su trayectoria compitiendo en las pistas atléticas, que hacia esos años eran de tierra en el Parque O’Higgins , realizando competencias de fondo de 800 y 5000 metros. También era aficionado a las pruebas de atletismo, sin embargo su amigo de esos años, el legendario Manuel Plaza, le dijo que lo suyo era otra cosa. Así Manuel Sánchez llegó a al boxeo que hacia 1910 era una actividad muy popular, pero aún estaba a medio camino de la legalidad. En su primera pelea, Sánchez gano 3 pesos y cuando fue a camarines, le habían robado sus zapatos. En esas condiciones comenzó en el deporte de los puños, pero en 1911 ocurrió la desgracia, cuando en el ring de la Plaza de la Constitución, en un combate lleno de irregularidades, que iban desde el ring de madera sólida hasta una esquina irresponsable y un juez negligente, murió Adolfo Morales el primer mártir del boxeo chileno.

Esta crítica situación puso en tela de juicio al boxeo, y fue prohibido en Santiago. En esos años existía aun la ley de comuna autónoma de 1891, lo que facultaba a la municipalidad de Santiago para prohibir el boxeo en su territorio, por lo tanto, los espectáculos se hicieron en los lindes de la comuna, que por aquellos años eran zonas rurales, en Ñuñoa y Mapocho. Sánchez, quien era campeón ligero desde 1910, tomó en cuenta que esta nueva modalidad era poco rentable para el boxeo profesional. Por lo mismo, logró con un entusiasta grupo de inversionistas, realizar un viaje de aventuras como eran por aquellos años, hacia Paris junto a Heriberto Rojas, campeón sudamericano peso pesado.

Realizaron una muy breve gira en Paris, ya que la tragedia de la Primera Guerra Mundial se cernió sobre ellos, y se cancelaron todas sus peleas en Inglaterra y Francia. De esta forma no tuvieron más remedio que volver a Chile, en esos años cruzando el Océano Atlántico hasta Montevideo, lugar en donde Sánchez alcanzo el estatus de rockstar. En Montevideo disputó tres espectaculares combates contra Armando Usher por el título sudamericano, y en 1914 se corono campeón, por aquellos años el puerto de Montevideo era la “Nueva York” del atlántico sur, llegaban miles de inmigrantes, y su vida nocturna era muy agitada, Sánchez se mantuvo en la capital de Uruguay, con jugosos contratos y reconocido como una estrella local, su carácter simpático y dado a los amigos, sumado a su natural habilidad con los medios de comunicación, lo volvieron una estrella internacional. Fue así como después de vivir una vida bohemia en Montevideo, viajó a Estados Unidos, en donde también realizó varios combates, en los que en algunos perdió, ya sea porque el nivel era otro y también porque sus días de rockstar le habían pasado la cuenta.

Pero Sánchez, con una habilidad innata para manejar los medios, se defendió diciendo que había regalado kilos, también es el inventor de la frase “me robaron” y volvió a Chile después de una gira por Cuba, Panamá y Estados Unidos en 1917 donde fue recibido como una estrella, celebrado con banquetes apoteósicos en la federación de boxeo, y muy celebrado por los medios de la época. Así las cosas, Sánchez se dejó estar y llegaron los retadores, primero viajó a Iquique para una disputa por el título sudamericano con Santiago Mosca, un boxeador nortino forjado con libros de boxeo. En el encuentro en Iquique, Mosca ganó por puntos, Sánchez exigió una revancha, esta vez en Santiago, Mosca accedió y le dió un contundente nocaut. Sánchez realizó otra defensa de su título nacional peso ligero contra un joven de Recoleta, era 1922, ese novato del boxeo se llamaba Luis “escultor de mentones” Vicentini, otra leyenda del boxeo nacional, quien rápidamente superó a un ya muy castigado y poco disciplinado Manuel Sánchez, después de un par de derrotas más, Sánchez se retiró del boxeo profesional.

Ya eran casi 13 años de boxeo en una época donde no se utilizaban protecciones al entrenar, ni siquiera los bucales que llegaron a Chile alrededor de 1940. Por este motivo, llevar los combates al intercambio podía ser una tarea muy desgastante. Sánchez ya agotado y en parte sin muchas posibilidades contra rivales como Vicentini o Juan Beiza, se dedicó a la formación y organización del boxeo. Tareas en las que se mostró muy competente, como instructor principal del Ejército y de la recién creada selección nacional. También organizó el campeonato sudamericano de 1924 y el viaje de la selección a los juegos Olímpicos de 1924 en Paris. Sin embargo, volvió a salir el rockstar, ese que le gustaba vestirse bien y salir en los medios y luego perdió su trabajo y su estabilidad económica. Esta vez en 1927 fue para siempre, pero a pesar del final inmerecido de semejante estrella del boxeo nacional. Sánchez le enseñó algo a las nuevas generaciones, el manejo con los medios, la docencia y la capacidad de reinventarse.