Es septiembre de 1940, Antonio Fernandez, Fernandito desembarca en Coney Island, suena Glen Miller en la radio y se dirige a Nueva York, el mundo está en la peor guerra de la historia, pero por ahora eso no le interesa al brillante boxeador nacional, sólo por ahora.

Solo sabía, que se le decía milk a la leche, al helado Ice Cream, y a la Cocacola se le dice igual en todo el mundo”  Antonio Fernández, uno de los mejores boxeadores nacionales de la historia. En Nueva York realizo una brillante campaña de 29 peleas, perdiendo solo tres en la extremadamente competitiva categoría de peso welter.

Entrevistado por revista Estadio, en 1942. Cuenta sus aventuras en el boxeo profesional de Estados Unidos. En un año y 10 meses realizo la increíble cantidad de 29 combates, comentando que en algunas ocasiones se combatía el día viernes y después el día Domingo.

Muy impresionado por el orden del sistema de entrenamiento del boxeo profesional, lo explica: “En Nueva York, no es como acá (Santiago), se entrena todos los días, en el gimnasio Stillman, se cada boxeador tiene su horario de sparring, y casillero asignado” Mientras estuvo en Estados Unidos fue acogido por el manager Sammy Schiller y el entrenador Billy Binstein, entrenando en el prestigioso gimnasio Stillman de Nueva York.

Sobre el boxeo norteamericano, Fernandito no se mostró muy impresionado, ya que para el existía una clara preferencia por un físico fuerte y la pegada, por sobre la técnica. Para comprender esto es necesario recordar el apodo de Fernandito “El Eximio”, que gano en Luna Park, por su técnica perfecta. Por lo tanto, para él, la fuerza no era símbolo de boxeo. Sin embargo, es sincero al admitir que el mercado norteamericano prefería estos pugilistas.

Este estilo es claro en Estados Unidos, al menos hasta la llegada de Sugar Ray Robinson, quien destacaba por su descollante velocidad, técnica y pegada.

Fernandito perdió en tres ocasiones, ambas por puntos, el acusa fallos localistas y que necesariamente, la falta de un estilo brutal, no le era cómoda, y para él más impropia del boxeo. Llego a estar muy bien ubicado, incluso en el ranking mundial de los pesos welter. Pero en diciembre de 1941 sobrevino la tragedia, el Imperio del Japón desata una tormenta de fuego sobre el puerto militar de Pearl Habor en las paradisíacas islas hawaianas, y Estados Unidos entra en la Segunda Guerra Mundial. A partir de ahí, Fernandito, se queda sin circuito, el reclutamiento masivo llama a todos los hombres en estado físico apto a la guerra. Se acaba la experiencia en Estados Unidos, más bien de forma forzada, que voluntaria.

El boxeo volvería a Estados Unidos en 1946, una fecha demasiado tardía para el astro nacional, quien por la guerra vio pasar su oportunidad de un título mundial y las grandes carteleras.

De camino a Chile, realizo peleas en Cuba y Panamá, en donde obtuvo resultados disimiles, ganando y perdiendo. Ya en 1943, la prensa se fija en su notable aumento de peso, pasando a la categoría de medianos, en donde perdió gran parte de su velocidad y técnica. Terminará su carrera en Brasil, en donde se destacaría en los pesos medios. Y en 1950 dirigirá la selección nacional con grandes resultados 6 años más tarde. Ese fue el paso de Fernandito, “el Eximio” por Nueva York.