Conocido en 1930 como el “el Tany de San Diego” Osvaldo Sánchez, afamado campeón nacional 56 kilos, en amateur, peleo con prácticamente todos boxeadores del circuito nacional; Celis, Osorio, Guzmán, Mery, Kid Lanford y Scharafia.  Venció a todos los oponentes nacionales e internacionales que lo enfrentaron en Chile.

Era conocido, por su pegada devastadora, sobre todo por su derecha aclamada por la prensa de la época. Al parecer para los cronistas, con eso bastaba para alcanzar los primeros lugares del boxeo mundial. Ya que se le repetía que se fuera al extranjero, particularmente a Europa para buscar nuevos desafíos y dese ahí la cosa seria fácil, según la prensa de aquellos años.

Pero como llego un chico de calle San Diego a ser la promesa del boxeo nacional, en una época dominada por mega estrellas del boxeo nacional, como Tany Loaiza, Luis Vicentini y Fernandito.  Todo se debió a sus inicios en barrio Franklin, donde su entrenador Fernando Rebolledo, potencio su derecha como su arma más destructiva. A partir de aquí, virtualmente no tuvo rivales, a nivel nacional en pluma.  Conservando una línea boxística agresiva con la que podía terminar las peleas por la vía rápida.

Pero el Chile, de 1930 era muy distinto al de 1920, durante la Primera Guerra Mundial, el país vivió un boom de ingresos desmesurados, producto de la minería del cobre y salitre, para la industria armamentística. El dinero corría a raudales y los espectáculos, eran una forma de distracción en constante aumento. Fueron los mejores años de la promoción deportiva profesional, con multiplicidad de centros boxeriles, como el Rafel Franco o el Centro el “Tani” donde se formo Sánchez, sin embargo. El boom de la guerra se acabó, el salitre sintético destruyo la industria y nuestro país excesivamente dependiente de sus ingresos, entrando en un agudo receso económico.

Sánchez surgió en una época en donde promotores como Tallman o Louis Bouey, simplemente se alejaron de la catástrofe económica y dejaron el país. El boxeo profesional sufrió un letargo, del cual nunca volvió a levantarse. Así las cosas, “El cabro” como era conocido, tuvo que realizar peleas continuas fuera de la categoría pluma, combatiendo en numerosas ocasiones en la categoría de ligeros. Sánchez, fue perdiendo sus mejores años de boxeo y dependía exclusivamente de su trabajo, ya que se había casado a muy temprana edad.

A mediados, de 1930 viajo a Lima sin equipo técnico, en donde se entrenó solo y se enfrentó incluso a pesos medios. Ya en 1940, toda su fortaleza física de antaño estaba el pasado, terminado por retirarse definitivamente en 1946, años después, se encontró con periodistas de Revista Estadio en 1952, seguía diciendo que retornaría, que aun tenia dinamita en su derecha. Así fue su boxeo, dependiente de su mano derecha, sin planificación de su carrera, exponiendo su físico, se perdió en la corriente de la historia, para desaparecer en la niebla del tiempo.