“El cuento debe ganar por KO”: La obsesión boxística del escritor chileno Poli Délano

El autor chileno, fallecido en 2017, encontró en el pugilismo una metáfora literaria y una pasión personal. Desde su antología “Campeones del Cuadrilátero” hasta su amistad con Julio Cortázar, el deporte de los puños marcó su vida y obra.

🥊 El boxeo fue más que una pasión fugaz para el chileno Poli Délano (1936-2017). Desde sus incursiones amateur en el ring hasta su antología de cuentos pugilísticos, el deporte de los puños marcó su vida y obra con la contundencia de un gancho al hígado.*

📚 Hijo del escritor Luis Enrique Délano y la fotógrafa Lola Falcón, Poli nació en plena Guerra Civil española en 1936. Su infancia itinerante entre México, Estados Unidos y Chile forjó su carácter cosmopolita, pero fue en los gimnasios y cuadriláteros donde encontró una escuela de vida. “El boxeo te enseña a caer y levantarte”, solía decir, “igual que la literatura”.

👊 Su primer contacto con el pugilismo ocurrió en México, donde de niño quedó fascinado por las peleas de lucha libre en el Coliseo. Años después, ya en Chile, decidió subir al ring como amateur. “Recibí una paliza memorable”, confesó con humor, “pero entendí que este deporte no perdona a los improvisados”. Esa lección la aplicararía luego a su escritura.

📖 El boxeo se coló en su literatura temprana. En 1967 publicó Cuadrilátero, su primera colección de cuentos pugilísticos, seguida por Uppercut (1969). Sus relatos capturaban la esencia del deporte: “El ring es un microcosmos donde se libran todas las batallas humanas”, explicaba. Incluso estructuró su novela El hombre de la máscara de cuero en cuatro rounds, como un combate profesional.

🤝 Esta obsesión lo hermanó con Julio Cortázar, otro escritor-boxeador. Ambos compartían la máxima de que “el cuento debe ganar por KO”. Délano recordaba con cariño sus caminatas por Santiago con el autor de Rayuela, aunque bromeaba: “Él decía que yo llevaba una bicicleta, ¡pero eso nunca pasó!”.

🌎 Durante su exilio en México (1974-1984), Délano organizó talleres literarios donde el boxeo era tema recurrente. “Los buenos escritores, como los buenos boxeadores, deben tener resistencia”, les decía a sus alumnos. Allí gestó Campeones del Cuadrilátero, antología que incluía a Hemingway, London y un polémico cuento de Cortázar que luego debió ser removido por derechos de autor.

✒️ Su estilo narrativo absorbió las enseñanzas del ring. “Cortázar me enseñó que en literatura, como en el boxeo, se puede romper las reglas”, admitió. Esto se ve en relatos como “La última pelea de Kid Pambelé”, donde mezclaba realismo crudo con giros fantásticos, demostrando que dominaba ambos estilos como un peso completo domina la distancia corta y larga.

🥋 Más allá de la ficción, Délano veía paralelos profundos: “El boxeador viene de los bajos fondos, como muchos personajes literarios. Ambos luchan por sobrevivir”. Esta visión impregna obras como Changó, el gran putas (1983), donde el deporte aparece como vía de escape para marginados sociales.

📚 En sus últimos años, ya de vuelta en Chile, seguía analizando combates clásicos con la misma pasión que discutía literatura. “Ali era un poeta del ring, como Neruda lo fue de la palabra”, comparaba. Su biblioteca en Ñuñoa mezclaba primeras ediciones con guantes firmados por campeones.

👏 Hoy, siete años después de su muerte, el legado pugilístico-literario de Délano sigue vigente. Desde su metáfora del “cuento-KO” hasta sus antologías, demostró que el boxeo y las letras comparten algo esencial: ambos son artes de resistencia, donde solo perduran quienes saben encajar golpes y seguir contando historias.

Add a comment Add a comment

Agregar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *

Previous Post

Vitor Belfort ingresa al Salón de la Fama de la UFC

Next Post

Manny Pacquiao regresa al ring: el WBC lo ubica en el top 5 de los welterweight