Una tarde de mayo de 2025 Valentín Trujillo acompañó con el piano a la cantante de boleros y otros estilos musicales, Carmen Prieto, en la Sala Máster de la Radio Universidad de Chile. Fue una ocasión de un lleno total con una presentación de gran nivel artístico, al finalizar se produjo un momento que podría calificar como esperado y a la vez buscado, la posibilidad de un breve diálogo con el maestro Valentín en medio del público que se acercaba a saludarlo, se trataba de un contacto inicial para concretar una entrevista, poniendo como tema principal el boxeo que incorporó como una pasión llegando a ser Juez Internacional de esta disciplina. La cita quedó acordada, pero en atención a variados compromisos artísticos de a quien con cariño se le llama tío Valentín, es necesario no fijar una fecha en forma inmediata.
Sólo fue posible acudir a su residencia, el pasado viernes 18 de julio, rodeado de un grato y acogedor lugar. Por razones profesionales, se manifestaba en la ocasión una oportunidad muy significativa en el rol de entrevistador.
Era un hito que esperaba concretar luego de haber realizado algunas entrevistas para la Revista Boxeadores, también en el mes de mayo, a diferentes deportistas tanto hombres como mujeres que practican la disciplina y así completar un ciclo.
Vamos con las preguntas y las respuestas de Valentín Trujillo.
¿Cuáles son las influencias que lo llevan a interesarse en esta disciplina deportiva y los años en que se empiezan a manifestar esas inquietudes?
Estas circunstancias son llenas de cosas especiales, como muchas cosas de la vida que se te van acercando sin que tú la busques. Yo nací en la calle Gálvez a cinco o cuatro cuadras del Teatro Caupolicán, barrio San Diego de la ciudad de Santiago.
Era frecuente ver aparecer boxeadores, un teatro que tuvo performance de boxeadores notables. En los recuerdos está una noche en el Teatro Caupolicán con el velatorio de un boxeador muy famoso, Luis Vicentini, el “escultor de mentones”.
El boxeo me llama la atención, pero no nace de un día para otro. Mis hermanos mayores practicaban boxeo, era el año 1940 cuando el boxeo tuvo su altura mayor, nunca jamás lograda. En dos ocasiones, el iquiqueño Arturo Godoy nos hacía saltar, era el más grande de los boxeadores de la época y de muchas épocas.
Se habla de dos grandes exponentes del peso pesado y muchos coinciden, Joe Louis y Alí, era una época distinta.
El hecho que Godoy nos hace creer que los chilenos éramos valientes, que no nos vencíamos así nomás, y también le dimos crédito a cosas para tratar de justificar que haya perdido Godoy por nocaut en el segundo combate, que el combatiente Joe Louis se haya colocado una manopla, todas estas cosas en ocasiones son muy baratas y siempre rodean esta forma de desenlace.
Valentín Trujillo continúa afirmando yo era un niño tímido con unos anteojos muy gruesos y el boxeo era lejos de una cualidad en mi forma de ser. No era bueno para los combos y mis esfuerzos físicos eran para golpear unas teclas, va saliendo así la conexión con el piano.

¿Cómo observa las diferentes etapas del boxeo nacional a lo largo del tiempo y el nexo con lo social?
El nivel de Raúl Carabantes o el de Martín Vargas internacionalmente conocidos, por nombrar algunos campeones olímpicos o vice olímpicos, en una actividad que naturalmente no es mayoritaria en un país futbolizado, muestra a estos muchachos que son capaces de exponer su vida en cuatro cuerdas, un cuadrilátero. Para mí siempre me significó una especie de heroísmo deportivo, hay que ser muy valiente, hay que ser un profesional para destacar, un profesional de verdad entregado al entrenamiento y al cuidado personal por un tiempo al menos.
Observa Valentín Trujillo que muchos de ellos han salido adelante y son ciudadanos no solamente famosos, sino que son ciudadanos dignos. Varios campeones mundiales que estaban destinados al presidio. El boxeo los sacó de ese lugar, encaminó su violencia a una profesión, a un oficio.
La conversación con el tío Valentín, se va desplazando por otras aristas que el percibe en los boxeadores, lo cual permite ir relevando un mundo que hay en el ejercicio de ese deporte y la forma en que se enfrentan decisiones.
Señala que los finales de algunos profesionales no han sido lamentablemente felices en terminar no solamente su vida deportiva, sino que lo peor es su vida personal. Hay ejemplos de gente que, como Arturo Godoy, tuvo una dignidad extraordinaria hasta el final, Arturo Godoy se retiró campeón.
Sí, no entendían a Godoy. No podían entender que no quisiera plata. Claro, había que entender a ese hombre que quería su título, ganado con tanto esfuerzo, con tanto dolor, con tanta preocupación.
Esa dignidad no ha sido, un espejito en el que se hayan mirado varios de los boxeadores. Deberían mirarse en el espejo, es un buen consejero. Ese espejo les diría tantas cosas, les serviría a ellos y a su familia, y también a los demás, concluye Trujillo.
¿Hay algún integrante de su familia que también tenga afición por el boxeo?
La verdad es que mis nietos son admiradores del boxeo, no lo practican, aunque sí lo hacen con otros deportes. El boxeo lo tienen como una forma de saber que al abuelo le gusta mucho el boxeo y que el abuelo ve todos los días el boxeo, enfatiza, todos los días sin excepción.
La maravilla que se llama YouTube me permite ver el boxeo todos los días, ya estoy preparado, esta entrevista se hace 24 horas antes que vuelva a pelear Pacquiao.
Ya estoy nervioso, no digo que tengo la entrada sacada porque lo veo en mi casa, pero si la veo. De no tener problemas con la energía eléctrica, veo a Pacquiao mañana.
El ver boxeo todos los días, refleja según él la admiración por el boxeo y es un estar al día de lo que pasa en el mundo. Distingue beneficios que causa en gente, que pudieran haber estado destinadas a ser delincuentes dentro de una sociedad injusta. De esta forma se desliza nuevamente la preocupación por la parte social que conlleva la disciplina.

¿Desde su mirada cómo haría un nexo entre el boxeo y la música en particular y lo artístico en general?
Al plantear esta interrogante, hay una ambientación alrededor de una entrevista realizada en el mes de mayo a la boxeadora valdiviana Daniela Asenjo, que también tiene incorporada la música como pasión, siendo interpreté de violín.
Daniela destacó la disciplina, dedicación y entrega que se debe tener tanto en el boxeo como en la música, de inmediato Valentín Trujillo plantea un desafío: “no espero irme de este mundo sin juntarme con ella y hacer un pequeño dueto de violín y piano”, a la vez destaca de inmediato como si le estuviera hablando a Daniela, la forma de ver en este deporte una expresión de amistad, de altura, de vivir en forma sana, hacer de la vida “más agradable de lo que se te presenta la vida”.
En medio de esta parte de esta entrevista, nos empieza a hablar sobre un tema que pronto iba a ser abordado, pero dada las circunstancias de lo dinámicas que son las conversaciones, ya estamos situados en la pregunta ¿qué opina del boxeo femenino?
Responde indicando “no soy un fanático de la mujer boxeando”, tal vez las admiro mucho y las quiero así, lindas, preciosas, sin ser golpeadas. Y continúa expresando, en el mundo hay ejemplos de grandes boxeadoras de vida muy larga.
Recuerdo que Alí tuvo una hija boxeadora, quien logró un título mundial por ahí. El mismo título que logró una hija de su rival eterno.
Me gustaría la mujer en el boxeo, entrenadora, manager, árbitro, jurado, dirigente. Este deporte está para ella. Tiene muchas formas de participar en esta profesión u oficio.
Pero tal vez mi sensibilidad de músico recalca Valentín Trujillo, me impide ser fanático del boxeo femenino. O tal vez una forma de ser machista, seguramente. Ojalá que no sea esa forma tomada, pero las prefiero lindas, preciosas, que practiquen deporte, mucho deporte.
¿Alguna reflexión final?
No es corta, dado que estoy revisando la cantidad de horas dedicadas a ver el boxeo, a leer sobre el boxeo, a escribir sobre el boxeo. Yo recuerdo, por ejemplo, que en el mes próximo de agosto se presentará un documental de Arturo Godoy.
Tuve la oportunidad de conocerlo a los siete años. Venía de su primera pelea con Joe Louis. Yo era estudiante de piano en el conservatorio, piano, usaba unos lentes muy gruesos, yo era un niño muy corto de vista desde chico.
Una comadre de mi madre me dice ¿Quieres conocer a Arturo Godoy? Estaba yo a los siete años, ¡Pero encantado! Y me lleva esta señora, comadre de mi madre, a una pensión en la calle Arturo Prado. Y ahí entro con mis métodos de música bajo el brazo y me encuentro con un hombre inmenso que me saluda y me dice ¿Te gusta el boxeo? Sí, me gusta mucho. ¿Y sabes pelear? No, no, no sé.
¿Verdad que no sabes? No, no sé pelear. Deja los métodos ahí.
¡Arma la guardia! ¡Arma la guardia! ¿Ves? Tírame un puñete. Tira a la derecha, pone la barbilla y ese hombre inmenso se va de espalda a la cama. Noqueado.
Me dice ¡Que pegas fuerte! ¡Oh, pero muy bueno! Tú como verás que lo que es derretir a un niño que vea a su ídolo y se acerca con esa humanidad de un boxeador que no se lo imaginaba la gente, fue un grato un momento. La vida tiene muchas vueltas en muchas cosas. Años después yo tuve muchas orquestas en el Waldorf, eran orquestas grandes bailables.
A modo de ambientación en la época, El Waldorf era un famoso restaurant de Santiago año 1952, ubicado en Ahumada Nº 170, pleno centro. En las veredas, confiterías y cafés se organizaban los programas para la noche. Desde 1949, ir a comer y a bailar al Waldorf era lo in, aunque el sitio también recibía un promedio de 250 personas a almorzar.
Llegaba Arturo Godoy después de sus viajes a bailar. Era un eximio bailarín de rumba. Me hice muy amigo de él, tres o cuatro sábados él asistió a bailar.
Y en este documental que va a ir ahora en agosto hay escenas de Arturo Godoy bailando con la que fue su primera mujer una argentina estupenda, muy buena moza, bailarina. Verlo bailar y ahí tenías tú la elegancia del tipo que se movía en risas acompasado, agazapado, pero rítmicamente absolutamente perfecto. El baile de Arturo Godoy generalmente debería llamar la atención y ojalá la empresa diera autorización para que se repitiera y se repartiera bailando a Arturo Godoy.
Posteriormente ese hombre maravilloso que yo le rindo pleito tuvo una entrevista en Canal 13 donde yo estaba ya con Francisco, muy amable con él no correspondía a otra cosa. De intelecto sencillo a mucha gente no le incomodó que él contara que en algún tiempo tuvo 40, 50 corbatas nunca las había tenido. Él hace servicio militar con sus zapatitos, por primera vez tiene zapatos estamos hablando de hombres de nuestro pueblo muy modestos y se ganó el mundo gracias al boxeo y entonces la humanidad de Arturo Godoy hay que difundirla eso logró lo que tuvo y lo que hizo por nuestro país y por nuestro continente también gracias al boxeo. Nos llenó de gloria y nos llenó de orgullo y él mismo es una figura inconfundible.
Llegamos al final de la entrevista, agradeciendo en nombre de la Revista Boxeadores el tiempo que ha entregado, pero no solamente el tiempo, lo importante es el relato la narración y la experiencia de vida que nos ha contado Valentín Trujillo, personaje con dos facetas el boxeo y sabemos que la otra parte muy importante es todo lo que tiene que ver con el piano. No era fácil finalizar sin pedirle que nos brindara un tema musical ad hoc, se ha indagado en medio de una sensibilidad social y humana que lo caracteriza a lo largo de sus 92 años.
Con la entrevista ya concluida, nos invita a su lugar de trabajo en el cual destacan un par de guantes de box, sobre el piano de cola que no es el mismo con el cual interpretó la música que comprometió cuando recién partía la conversación, finalizamos con sus palabras y la interpretación de música, cumpliendo así su compromiso.