63 años de boxeo, de los cuales al menos 50 están dedicados exclusivamente a enseñar este deporte. Si hay una voz autorizada para hablar del pugilismo chileno ese es Patricio Artigas Herrera, quien hoy mira con nostalgia aquellos años cristalizados en lo que él llama “su currículum”: Un extenso e interminable álbum de fotografías y documentos que acreditan su vida dedicada a este deporte, “cuando no tenía el pelo tan blanco como lo tengo hoy”.

Artigas tenía 15 años cuando entró a la Escuela de Grumetes en la isla Quiriquina, ubicada a 11 kilómetros al norte de Talcahuano. Allí “me enseñaron a ponerme los guantes, porque el marino tenía que ser bueno para los puñetes, no podía ser de otra forma”.

“Después participé en los campeonatos que habían en el apostadero naval, donde hice muchas peleas y estuve en muchas instancias con mis brazos en alto. Después fui al Campeonato Nacional, perdí en los cuartos de finales. Me acuerdo que me ganó Domingo Rubio por KO. Yo siempre lo miré en menos. ¡Este cabro, qué me va a ganar a mí, este mocoso del carajo! y yo tenía 16 años, pero me puso un hook al hígado y no me pude parar”, relata el profesor Artigas.

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De vuelta en Santiago conoció al periodista que entonces se desempeñaba en el diario La Segunda, Patricio Rojas Cisternas. Con él concluyó que el boxeo estaba mal “porque la gente no tenía cultura”. “Había que enseñar que la mente domine el cuerpo, y no el cuerpo a la mente”, fue su eslogan que finalmente se consolidó en la Escuela de Talentos del Estadio Nacional que comenzó a funcionar en los años ’70.

Los niños que asistieron a esta instancia venían de muchas partes, pero principalmente de la población Santa Julia. “Siempre habían puros patos malos por ahí, era horrible, me decían, que yo no iba a llegar a ninguna parte con esta gente, porque aquí hay puros ladrones. No es cierto, decía yo, aquí no hay ladrones, aquí hay deportistas“, recuerda.

Artigas cuenta que su fórmula para enseñar boxeo se la dijo al Director de Deportes de la época: “Yo trabajo ahí donde las papas queman. Ahí hay que ser choro, imprudente, hablador, pero principalmente entregar cariño“.

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“Cariño, mucho cariño”, insiste, y cuenta que “nunca le dije un garabato a un niño. El garabato que yo tenía por costumbre decirle a mis alumnos cuando estaba muy enojado era ‘cochino carajo’“.

Con 78 años, artrosis en las cervicales y una vida que podría dedicar al descanso, Patricio Artigas porfía y sigue levantándose para seguir sembrando semillas de boxeo en Chile, historia que le narró a los periodistas Camilo Espinoza y Richard Sandoval en el programa Gancho Izquierdo de Radio Nuevo Mundo, el que puedes escuchar todos los jueves a las 18:00 hrs.