La historia la contó Lázaro Droznes, y Lázaro dice que la historia a él se la contó Nadia Boulanger más de una vez en un Café de la rue Ballu donde corta la rue de Vintimille hacia el nor-este, hacia la rue de Calais. Nadia dice que la primera vez que escuchó la historia no fue en el 54’, y tampoco en el 77’, no, dice que fue en abril del 58’ y que fue en Nueva York.

Judah Bergman nació el 28 de junio de 1909 en el distrito de Whitechapel, en el East End de Londres que por motivos diferentes fascinara a Dickens y a Oscar Wilde, ahí donde las aguas del Támesis se mezclan con los residuos de las dársenas victorianas. Debutó un 8 de junio de 1924 ante Johnny Gordon, un londinense que no pasaría de los 26 encuentros. Entre agosto de 1928 y noviembre de 1931 Jackie Berg disputó treinta y tres encuentros, casi todos ellos en Chicago y en Nueva York. Fue Stanislaus Loayza, ese iquiqueño que supo debutar en suelo norteamericano ante Moe Ginsberg rodeados de las graderías del Madison Square Garden, quien se las arregló para sacarle un empate. Y fue Tony Canzoneri quien se las arregló para sacarle una victoria, y de paso arrebatarle el título, en el Polo Grounds de Upper Manhattan; fueron quince los rounds y más de 18.000 personas las que aplaudieron el knock out de Canzoneri. Berg se retiraría con un registro de 157-26-9. Canzoneri ya había perdido ante Berg en Chicago, pero en diez rounds y por puntos. Esa otra vez, la de después, en Nueva York, Canzoneri estaba en la gloria. Canzoneri se retiraría con un registro de 137-24-10.

Nada de esto lo sabía Nadia Boulanger, la historia que le contaron el 58’ sucedió en los 30’, cuando recién comenzaban.

Los Piazzolla-Manetti llegaron a Nueva York desde Argentina a comienzos del 25’ a bordo del SS Pan American, propiedad de la Munson Steamship Line. Los recibió Pablo Bertolami, un Manetti, en Port Reading, Nueva Jersey, hasta que se mudaron al n°8 de St.Mark’Place de East Village, corazón del Lower East Side de Manhattan. Desde ahí caminaban casi diez cuadras hacia la Mulberry St. cada septiembre para celebrar el festival de San Genaro.

Los Bonanno, Colombo, Gambino, Genovese y Lucchese se enriquecían con la ley seca de 1919 (mientras Capone lo hacía en Chicago, pero nunca nadie dijo si acaso asistió o no al encuentro entre Berg y Canzoneri) y los pequeños problemas los decidían gente como Nicola Scabuttiello. Cuando golpearon al hijo de Vicente en St. Mark’s Place, Scabuttiello mandó decir a todos “no tocar más al hijo de Piazzolla”. Aún era 1925.

Días de paz y días de gloria, y luego días de incertidumbre. Días negros, de un jueves negro, de una recesión dijeron, de una depresión dijeron. Era un desplome que se arrastraba desde mediados del 28’. La depresión se extendió hasta que los EE.UU. encontraron una (su) gloriosa solución en el capitalismo de guerra. Era ya 1936 cuando al otro lado, en la costa oeste, en Nipomo, en California, Dorothea Lange fotografió seis veces a Florence Owens Thompson. Los Piazzolla-Manetti decidieron volver a Mar del Plata donde Vicente inauguró la Peluquería Nueva York entre Boulevard Independencia y calle Moreno. Allí se reunirían con otro Manetti, con José Bertolami.

Cuando volvieron a Mar del Plata los Piazzolla-Manetti llevaban desde Nueva York maletas y una vida, además de dos preciadas posesiones. Una motocicleta, y un bandoneón que Vicente compró cuando paseaba junto a su cuñado Octavio Manetti por los bazares de Nueva York: 18 dólares pagó, poco más de 100 dólares avanzado ya el siglo XXI. La motocicleta Vicente la vendió al poco tiempo. La segunda vez que volvieron a Mar del Plata, a comienzos del 37’, zarparon desde Nueva York rumbo a Buenos Aires en el SS Southern Cross, propiedad de la Munson Steamship Line, y esa vez dice Marcelo Gobello también se trajeron maletas (9, al parecer) y una vida, además de dos preciadas posesiones y un can llamado Shorty. Una motocicleta, y un bandoneón. La motocicleta Vicente no la vendió y la condujo desde Buenos Aires a Mar del Plata con su hijo a cuestas. Asunta Manetti tomó el tren. ¿Y el bandoneón? Esa es otra historia). Para volver es preciso irse alguna vez, una segunda vez.

Nada de esto lo sabía Nadia Boulanger, la historia que le contaron el 58’ sucedió en los 30’, cuando recién comenzaban.

A los nueve meses los Piazzolla-Manetti estaban de vuelta en Nueva York, de vuelta en Manhattan, de vuelta en el Lower East Side, pero esta vez en el n° 313 este de la 9th St. El único descendiente de los Piazzolla-Manetti conoció en las calles de East Village a Thomas Rocco Barbella y a Stanley Sommerkovsky. (Esta última, la de Sommerkovsky también es otra historia, la misma del bandoneón del 37’ en Mar del Plata). Barbella se crio en la 10th St., y dio sus primeros golpes como Joe Giuliani pero ganaría el campeonato de la Metropolitan Amateur Athetic Union el 39’ como Rocky Graziano, con el nombre del novio de su hermana. Entre el 42’ y el 52’ alcanzó un registro de 67-10-6.

Vecino y amigo de Giacobbe La Motta, incluso se las arreglaron para compartir unos meses en la Correccional de Coxsackie. Graziano comenzó en el gimnasio de Lou Stillman, el mismo de Joe Louis y el mismo de Rocco Francis Marchegiano…, el de Rocky Marciano. La Motta, antes de llamarse Jack, antes de Pesci, antes de De Niro, antes de Scorcese, antes de Raging Bull, antes del 80’ y antes de las jornadas eternas frente a Sugar Ray Robinson, comenzó en el gimnasio de Tony Canzoneri. Fue en los 30’, recién comenzaban, cuando Giacobbe La Motta invitó al único Piazzolla-Manetti al ring. Fue tan espectacular el golpe que Astor Piazzolla dijo una vez que luego de subir a enfrentar a La Motta “no volvería a entrar a un gimnasio”.

La historia, unas pocas labras, se la contó Piazzolla a Boulanger el 58’ cuando ambos se encontraban de paso por Nueva York.