Es 1942, un obrero metalúrgico termina su jornada de forja de acero, pero su día en FAMAE (Fábrica y Maestranza del Ejército) todavía continua, tiene a cargo el club de boxeo amateur de la industria, club que desde los años 40 en adelante estará en los primeros puestos de las competencias de Santiago.

Esta es la historia del Botija, como era conocido en el ambiente boxeril Carlos Uzabeaga, quien comenzó sus primeros pasos en el boxeo, con cerca de 13 años en Valparaíso, año en que, en las competencias nacionales, existía un rico ambiente que incluía muchas influencias desde España, Italia y Estados Unidos, además de la visita frecuente de entrenadores y boxeadores argentinos y uruguayos.

Así, Uzabeaga pronto mostró sus dotes, por su velocidad y estilo contragolpeador, en 1923 fue campeón nacional, 1924 sudamericano, pero en aquellos años solo participaba Argentina y Uruguay. El Botija, luego escaló como el mejor peso gallo del país, asistiendo a las  Olimpiadas de Paris en 1924, junto al aristócrata local, Zorobabel Rodriguez y Carlos Abarca, aventura que no terminó bien ya que todos fueron derrotados en sus respectivos combates, en parte por la improvisación en aquellos años imperante en el deporte y también por la poca adaptación a la capital francesa.

Sin embargo, Uzabeaga llegó con un innegable prestigio y después de 315 peleas en el boxeo amateur, pasó al boxeo profesional. Si bien llegó a ser campeón nacional, tuvo tres derrotas contundentes, la primera con la estrella desconocida en esos años Antonio Fernández “Fernandito”, lo derrotó por puntos en 1932, en esos años el boxeo profesional fue a la baja, producto de los años de crisis económica inmediatamente posteriores a 1929. En esos años se mantuvo con su trabajo en el astillero de Valparaíso volviendo en 1938 contra el estilista valdiviano Carabantes, quien también lo derrotó. Ya con algunos combates finales sufrió una derrota contra Simón Guerra por el título nacional en 1940, en la cual cayó diez veces a la lona durante el combate.

Después de esta derrota, Uzabeaga se retiró y se estableció en Santiago, como obrero de la maestranza del Ejército, FAMAE. Por esos años continuó con la enseñanza del boxeo amateur, que desde 1930 venía en constante crecimiento institucional, cada vez existían más instituciones como las Fuerzas Armadas, las fábricas y universidades que se sumaban al boxeo y su práctica como deporte de masas. Uzabeaga fue un testigo del boxeo de aquellos años, pasó por la época épica del boxeo, cuando las delegaciones nacionales asistían de manera regular a las olimpiadas, también se curtió en el boxeo aficionado con una notable cantidad de peleas, también mantuvo vivo el boxeo profesional en una de las épocas más complejas para el desarrollo del deporte. En sus memorias Uzabeaga reconoce que el boxeo le dio mucho, pero, así como llegó se fue. La vida de este notable viajero olímpico, comenzó y terminó con el boxeo, como una pasión que nunca se extinguió.

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