Efectivamente, estamos en un impensado lugar para una boxeadora. Bajo el sonido de unos parlantes donde suena la versión de los Gipsy Kings de “volare, cantare” están las mesas elegantemente distribuidas, servilletas correctamente dobladas, copas y platos a la espera de tu elección de la carta.

En esos pasillos se mueve Victoria Quevedo (32 años), donde llega todas las mañanas para tomar tu pedido, con el pelo tomado y una sonrisa de oreja a oreja.

La “Vicky”, con solo un puñado de combates en el mundo amateur, se ha ganado un espacio en el circuito de open boxing femenino por su aguerrido estilo y combatividad.

Junto a Marcela Romero, serán las representantes del Club México en el III Campeonato Nacional que se llevará a cabo este 25, 26 y 27 de junio en las instalaciones de la Fechibox.

Ella pretende pelear en la categoría 64 kilos,una de las más complicadas debido a la presencia de púgiles con un vasto recorrido y mayor experiencia, como Yury Lobos del gimnasio BXO, o Rosa “La consentida” Flores, de Ovalle. Sin embargo, no se atemoriza y advierte: “En la cancha se ven los gallos”.

Reconoce que no está al tanto de cómo pelean todas sus rivales. “A algunas las he visto peleando, ganando, ir de frente y los golpes no las asustan”.

Sin embargo, analiza que no ve en todas las boxeadoras un estilo de combate similar al que ha hecho popular Carolina“Crespita” Rodríguez, la púgil con más logros en la historia de este deporte.

“Si bien es un ejemplo a seguir por haber sido mujer, mujer adulta, que ha ganado y ha sido campeona mundial, cada boxeadora tiene su estilo”, concluye.

Victoria Quevedo

La Vicky tras una de sus pocas derrotas. Antofagasta, Chile.

 

Amor por el boxeo

Todas las mañanas llega a las 10 a trabajar, horario que se extiende hasta las 4. De ahí parte al Club México a entrenar, mientras su hija, Melissa, sale de la escuela y la cuida una amiga. Ya en la noche, vuelve a su casa a hacer labores hogareñas y a cumplir como madre.

Ella llegó al bello mund del noble arte haciendo kickboxing. “Me llamó la atención para mantenerme en forma”, relata, mientras reúne las piezas de este rompecabezas que nos está a punto de contar.

“Me faltaban técnicas de boxeo, así que decidí ir al Club México. Pero ahí me enamoré de la preparación física. Como me vieron aptitudes, me ofrecieron entrenar con profesionales para ejecutar peleas”.

Reconoce que debutó “llena de miedo, porque la persona con quien peleaba ya tenía combates” en el cuerpo, sin embargo, “entrenando, entrenando y entrenado, y pararse frente a frente con un varón, ya te da la seguridad para enfrentarte luego a una mujer”.

¿Qué es lo que más te gusta de este deporte? – le pregunto.

El desafío personal, el sorprenderme a mí misma. Porque hay días que salgo de la pega, chata, voy en el metro y digo: ‘no, hoy no voy a ir a entrenar, mejor me voy a ir a acostar a la casa’, pero hay una fuerza interna que no sé de dónde me saldrá y voy igual”.

“Eso es lo que me gusta de mi deporte, porque veo frutos siempre, voy avanzando. Mi cuerpo ha cambiado, estoy fuerte de brazos y con harta seguridad. Como disciplina, también. Antes salía harto con amigos, pero eso ya no está tanto en mis planes. Estoy siendo hasta mejor hija”, concluye mientras ríe.

 

Madre boxeadora

Cuando le pregunto por lo más difícil de ser boxeadora se pone seria, mira hacia el mantel como buscando una respuesta y encuentra una que parece no ser del todo correcta. “El trabajo”, me dice, apremiada por la grabadora.

Hasta que da en el clavo: “El tiempo que le quito a mi hija”, afirma. “Yo podría estar toda la tarde con ella, y sin embargo, igual entreno. Son cosas que a veces me dan cargo de conciencia y digo: ‘pucha, la Melissa, está con otra persona y yo yendo a entrenar’”.

Explica, mientras se lleva las manos al corazón, que “es algo mío, algo que yo me merezco, no quiero pasarme el resto de mi vida criando y siendo una trabajadora. También quiero un logro mío, personal”.

¿Y qué te dice tu hija? –.

Le cambia la cara y vuelve a sonreír: “Ella se siente súper orgullosa. A veces no me apoya tanto con el boxeo, pero sí habla de su mamá, que su mamá ganó, que su mamá salió en la tele”.

Sin embargo, no tarda en precisar que “cuando voy a pelear no me gusta que esté ella. No porque ella vea golpes, sino que escuchar su voz, no sé por qué, me distrae”.

Solo una vez Melissa ha asistido a un combate. Llegó de sorpresa.

 

Boxeo, deporte de hombres

El Club México compartió en su página de Facebook un afiche con incalculable valor histórico que anunciaba la rueda final de un campeonato de boxeo femenino celebrado en el extinto Teatro Balmaceda, ubicado en calle Artesanos.

Balmaceda

 

Sin embargo, no es un misterio para nadie la tradición varonil en el pugilismo, lo que tiene sus antecedentes en la figura del sportman inglés, quienes consideraban el boxeo esencialmente un “deporte de caballeros”.

Ante los vertiginosos tiempos actuales, la Vicky no se deja amedrentar y explica que ella “no hablaría tanto de discriminación, pero sí me han subestimado harto por ser mujer”.

Cuenta que cuando realiza sparrings con hombres de otros gimnasios, estos “empiezan a tirar suavecito, suavecito, pero cuando sienten una mano fuerte dicen: ‘ya, a esta se le puede pegar’”.

Sus mayores detractores los ha encontrado en el trabajo. Sus clientes suelen aconsejarle: “niña, habiendo tanto deporte, como se te ocurre, es como un deporte tonto, donde uno recibe”. Pero a los 32 años de la Vicky, nadie la va a venir a cambiar.

¿Qué esperas demostrar en el campeonato nacional? -.

“Que la fortaleza no la define el género”, responde decidida, y agrega: “me siento mucho más fuerte que muchos varones que he visto”.

Se explaya y ya nadie la detiene, como en el ring: “Quiero demostrar que se puede entrenar y hacer un boxeo bonito, sin gualetazos, sin peleas de picarse, respetando a mi rival y a cada una de las rivales, ya que no cualquiera se pone los guantes, se sube a un ring y pelea con alguien que también entrena para pelear”.

¿Te interesa ser profesional? -.

“He pensado el tema del profesionalismo. Si está la oportunidad, se hace”. Y cierra: “Es un deporte que yo elegí para mí, que quiero seguir hasta que ya no me queden nudillos”.

* Fotografía principal, Antonio Avila Barra – Calendario Deportivo.