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La súper velada programada en el Arena Monticello dejó pocos puntos negros en el papel: Julio Álamos, en una meteórica carrera, se convirtió con solo ocho peleas en campeón sudamericano del CMB; Cristián Palma consolidó con una victoria su buen momento; y además, se logró por primera vez en la historia disputar un título profesional femenino.

La pelea que protagonizaron Isis Mascareña (4-0-0) y Daniela Asenjo (5-2-2) por el cetro chileno de las súpermosca fue indudablemente la más cerrada de la noche.

El combate tuvo un relato épico. En los primeros rounds, la chilota ganó ventaja con una estrategia clara: Trabar el combate, hacer perder ritmo a su rival y castigar en la zona media para desgastarla físicamente. Recordemos que Asenjo tuvo que hacer un esfuerzo extra para llegar al peso pactado entre ambas.

Sin embargo, la valdiviana respondió con una remontada que le dio un vuelco a la refriega. Apeló a su mayor altura y alcance para mantener la distancia, alejarse así de sus constantes clinchs y castigar el rostro de Mascareña a punta de certeros golpes rectos.

En mi tarjeta personal la pelea resultó en un empate 76-76. Sin embargo, hubo un round particularmente cerrado que pudo ser para cualquiera de las dos: El sexto.

Esta situación queda claramente graficada en las tarjetas de los jueces Hernán Pacheco (77-75) y Camilo Zamora (75-77), quienes auguraban una decisión dividida, fiel reflejo de lo que ocurrió sobre el ring.

Sin embargo, el punto negro de la noche lo protagonizó el tercer juez del combate, Jorge Trípodi, quien registró una irracional tarjeta 80-72 a favor de Mascareña. Según él ¡todos los asaltos los ganó la pupila de Claudio Pardo! Una verdadera aberración si consideramos que no estamos ante un novato, sino que este hombre ha impartido justicia en un total de 70 peleas profesionales.

A nivel internacional ya hemos presenciado injusticias de este tipo, como cuando en Las Vegas la experimentada juez Adelaide Byrd falló un absurdo resultado a favor del Canelo Álvarez por 118-110 sobre Gennady Golovkin, una de las peleas más cerradas del año y que hasta nuestros días genera debate.

El fallo de Trípodi no solo se ganó el repudio de los cerca de 3 mil asistentes que llegaron hasta el Arena Monticello, sino también ameritó los descargos de la Leona, quien en sus redes sociales calificó de “robo” la pelea y disparó: “Lo que sucedió ayer no puede volver a ocurrir (menos en una instancia tan importante como un título nacional) jueces como el Señor TRIPODI……NO PUEDEN seguir jugando con la carrera de deportistas chilenos por quizá qué arreglo o intereses pueda tener”.

“La verdad que no puedo explicar sus tarjetas con un fallo de 72 a 80. Le informo que no fui un saco que subió a recibir golpes, al contrario yo subí a BOXEAR y a conectar golpes certeros, no a agacharme y empujar durante todo el combate”, añadió.

Hay un punto importante donde concuerdo con Asenjo: Pese a su trayectoria, la Comisión de Boxeo Profesional debe sancionar a Jorge Trípodi. Ya sea de facto o formalmente, puesto que dejar impune esta situación se presta para que el boxeo profesional chileno no solo pierda credibilidad, sino que abre una puerta para volver a empañar este deporte que tanto ha costado sacarlo de sus épocas más oscuras.

Sin embargo, es importante dejar en claro que la irresponsabilidad de un juez no puede mansillar la honorabilidad de los deportistas. Es cierto que la falta de ortodoxia en las púgiles de Claudio Pardo las lleva a optar por otros recursos defensivos que, si bien son poco comunes en el boxeo chileno, no son menos válidos.

El bending, el uso de la fuerza corporal y el tan defenestrado clinch no solo son herramientas defensivas útiles, sino que fueron recursos que derechamente complicaron el boxeo de Asenjo, quien se tomó cuatro asaltos para resolver el enigma que le propuso Mascareña sobre el cuadrilátero. Hasta que lo logró, aunque tal vez demasiado tarde para sus aspiraciones y en eso debe haber más autocrítica.

Pero lo importante es que Mascareña no es responsable de cómo fallan los jueces. Ella subió al ring, al igual que la Leona, a disputar el título nacional con todos los recursos que conoce como boxeadora y, si bien hubo faltas que ensuciaron la pelea, ninguno de ellos mostró signos de mala intención y fueron claramente accidentales.

En definitiva, me parece que la única manera de despejar las dudas que quedaron de la pelea es con una revancha, la cual Mascareña debe estar dispuesta a dar para evitar que se cuestione su récord. Además, así aprovechamos de volver a hablar de boxeo.