Cuando terminaron los 10 rounds y sonó el campanazo final, Mario Contreras y Octavio Faúndez se fundieron en un amistoso abrazo en medio de los aplausos de los asistentes a la Casa del Deporte en Iquique. No fue una gran pelea, pero la reacción de ambos boxeadores en ese momento fue, tal vez, lo más honesto que ocurrió esa noche.

El fallo posterior fue polémico, sin duda, porque el santiaguino dominó el combate con holgura, lanzó y conectó más golpes que su rival, y un empate mayoritario es sencillamente un resultado inexplicable. Pero también fue un empate absurdo, porque contra toda lógica tuvo ganadores y perdedores.

Este combate desde un principio se auguró como un trámite para Contreras -me incluyo entre los agoreros- por razones bien concretas: Es un boxeador más técnico, más joven y más fuerte que Faúndez. En el papel, un triunfo por KO era lo único que podía darle, no sólo el triunfo, sino también esa aura de noqueador que brilló en el arranque de su carrera, pero que poco a poco se ha ido apagando.

¿Por qué le pasa esto a Mario? Por varias razones. La más importante es su inactividad. Estar 14 meses sin pelear te oxida muchas cosas, pero sobre todo el instinto. También influye una preparación exigua en Santiago, manteniéndose al margen de los polos de desarrollo del boxeo profesional capitalino y con poco trabajo de sparrings lo suficientemente competitivos para preparar una disputa por el título de Chile. También es factor su cambio de peso, ya que si bien en teoría debiera mejorar su pegada, sus rivales también son más pesados y resistentes.

Muchos aseguran que Contreras no es el mismo desde su derrota con el argentino Leonardo Amitrano y puede ser, es un cuestionamiento atendible y la respuesta sólo la tiene el boxeador. Es el único capaz de saber si puede seguir avanzando pese al trauma de un golpe de KO.

Pese a todo, Mario lució dominante. En la pelea se conformó con el jab afilado que le entregó el olimpismo y que mantuvo todo el combate a Faúndez contra las cuerdas. Es por eso que, aunque suene contradictorio, el empate lo declara como el gran perdedor de la noche, ya que no sólo se queda sin el cinturón, sino que también vuelve a sufrir una fea mancha en su récord y daña su reputación de púgil pegador.

En cuanto a Faúndez, muchos hablaban de que su única oportunidad pasaba por ensuciar la pelea. Sin embargo, contra todo pronóstico, el Profesor hizo una pelea más que limpia: no realizó faltas malintencionadas, recurrió al clinch en contadas ocasiones y la verdad es que hizo lo pudo, con el estilo brawler que lo caracteriza y pese a todas sus limitaciones técnicas y de la edad (es 10 años mayor que Contreras).

De hecho es muy destacable lo que hizo en el ring, mostró mucha actitud, más aguante e incluso más hambre. En su caso, su máximo objetivo era llevar la pelea hasta el límite de los 10 asaltos y esperar el milagro de los jueces Orlando Carvajal, Alfredo Ramos y Humberto Cappona, el que finalmente ocurrió.

Foto: Municipalidad de Iquique.