Este artículo forma parte del proyecto “Fuera los Seconds: pasado, presente y futuro del boxeo amateur en Chile”, realizado gracias al financiamiento del Fondo de Fomento de Medios de Comunicación Social 2023 del Ministerio Secretaría General de Gobierno de Chile y el Gobierno Regional Metropolitano de Santiago.

Ámbar comenzó su viaje en el boxeo a una edad temprana, a los 18 años, buscando una forma recreativa de mantenerse en forma. Su camino se tornó desafiante cuando comenzó a competir, pero esta carrera fue corta, ¿por qué? Se topó con prejuicios comunes y enfrentó la falta de apoyo en la Fechibox. Su experiencia en la selección nacional no fue lo que esperaba. A pesar de su dedicación y pasión por el boxeo, se vio obligada a enfrentar la frustración y a dejar la competencia definitivamente.

Después de la pandemia, se reinventó y se fue a La Serena a trabajar con una amiga. Abrió su propia escuela de boxeo y se convirtió en la única mujer en la región que enseña esta disciplina. Su objetivo no solo es entrenar a futuros campeones, sino también empoderar a las mujeres a través del boxeo, brindándoles autoestima y confianza. Ámbar está decidida a cambiar la cara del boxeo en su región, fomentando la participación de más mujeres en el deporte y también que sea un espacio seguro para desarrollar esta actividad y que a otras y otros no les pase lo que a ella.

¿Cómo fue tu experiencia en tu primera pelea de boxeo?

Peleé en Recoleta, ese fue mi primer combate. Antes entrenaba de manera recreativa, pero cambió totalmente para competir. Era mucho más exigente, todo más serio. Mi primera pelea la gané por RSC en el segundo round. Y eso fue bacán. Que por primera vez ganes tu primera pelea, igual te hace sentir super bien. Ahí empecé, y como gané esa pelea, después me dieron ganas de seguir practicando boxeo. De seguir mejorando.

¿Participaste en campeonatos?

Recién en el 2018 me atreví a ir a un campeonato. Y después en el “Match de derrotadores”, siempre son muy pocas las mujeres que hay en las competencias. Por lo general, dos peleas y ganas. En mi categoría, los 64 kilos, había como cinco niñas. Y entre todas estaba Vicky Quevedo. que era la rival favorita. En este campeonato con la primera que me tocó pelear fue con ella. Sentí todo ese estrés, la psicológica que te juega en contra. Perdí. Fue la primera vez que yo perdía porque ya llevaba alrededor de ocho peleas invictas. Y esa fue la primera vez que perdí. Pero era una rival dura.Terminé mi pelea en el campeonato, y el presidente de la Fechibox de esa época, Robinson Villaroel, me felicitó y me ofreció unirse a la selección nacional, a pesar de que había perdido. Después de pensarlo, acepté la oferta y comencé mi entrenamiento en la selección. Quería una revancha y me preparé intensamente.

Y finalmente… ¿le ganaste a Vicky?

En el Campeonato Nacional Femenino llegaron como cuatro niñas, pero no estaba Vicky. Y obvio, no era lo que yo esperaba. Pero al final igual tuve que pelear con Marcela Maichil de Chiloé. Hice dos peleas con Marcela y salí campeona. Es que ella peleó con otra chica del sur, de Curicó, y después, como ganó Marcela, pasamos a la final nosotras. Fue buena la pelea, fue intensa. Igual es super buena rival, tiene harta experiencia. Pero pude ganarle. Así que ahí fue cuando me saqué campeona en el 2018 en este campeonato. Y eso fue como el mayor logro, yo creo, dentro de mi corta carrera deportiva en el boxeo competitivo.

Pero seguiste entrenando en la Federación…

Sí. En 2019 fuimos a Iquique y ahí competí con unas chicas de Uruguay. En la selección me querían hacer bajar a una categoría, que eran los 60 kilos, lo cual me costó mucho lograr. Incluso estuve con anemia en ese tiempo y no me recomendaban competir bajo esas circunstancias. Le dije a Robinson Villaroel: “Estos son mis resultados, me dieron este tratamiento”, y lo único que me dijo fue: “Qué fome… pero tienes que ir a pelear”. Yo fui para ganar más experiencia y roce competitivo, pero no me sentí al 100%.

¿Y esa frustración durante ese campeonato es la que te hizo decidir dejar de competir?

Mira, perdí y todo, pero la cosa es que no me frustró. De hecho, lo encontré una experiencia super buena. Pero, ¿qué pasó? Después, los chiquillos se fueron a una base de entrenamiento, y ahí yo me empecé a dar cuenta de que había muchas diferencias en la Federación. Siendo que éramos pocos los seleccionados, solamente algunos podían ir a esa base de entrenamiento. Tenían el privilegio y a mí eso me pareció super injusto. Y no lo hice saber tampoco, era más chica y no me sabía comunicar tan bien. Es que cuando una persona empieza a ver las banderas rojas, como que está ahí procesando y da miedo opinar y decir: “Oye, ¿sabes qué? Esto que estás pasando no me parece justo”.

¿Recuerdas algún hecho específico de estas diferencias?

Un día les regalaron equipo a todos: guantes, cabezales, y a mí no me regalaron nada más que unas vendas, que ni siquiera servían porque eran como de dos metros. Así que lo encontré como si fuera una burla, como si me estuvieran dando las sobras. Y me dio tanta pena. Y yo en ese momento era la única mujer entrenando ahí en la selección y ellos se iban a ir a una base de entrenamiento.

¿Por qué tú no?

Yo pregunté y me respondieron: “No, porque tú no tienes experiencia. Entonces no te vamos a llevar a ti.” Fue como si no fuera rentable o viable llevarme. Esa fue la respuesta que me frustró mucho. Después de entrenar durante seis meses, sentí que todo mi trabajo se iba a la basura. Me dijeron: “Ahora estás de vacaciones, así que vuelve más adelante”. Esa fue la solución que me dieron, y me dio un gran bajón.

¿Seguiste entrenando?

Yo seguía entrenando en mi casa. Tenía mi saco y todas mis cosas, hacía mi entrenamiento ahí. Pero no seguí yendo a la Federación. Tenía que costearlo todo por mi cuenta, y tenía que sopesar qué pesaba más y seguir haciendo esto a pesar de cómo me habían tratado. La verdad es que no te dan ganas de seguir por, no sé, para que te den las puras gracias. Si tienes que invertir dinero y comprar tu propio equipo, lo cual no es barato. En ese momento conseguí un trabajo y comencé a alejarme de la selección. Nunca me llamaron, nunca preguntaron cómo estaba, ni si quería seguir o si me ofrecían mejores condiciones.

Entonces tu experiencia no fue buena ahí…

No. De hecho, otra cosa que me pareció extraña fue que en diciembre de 2018 nos entregaron una cierta cantidad de dinero, ya que la Federación recibe fondos por los seleccionados. El presidente de la Fechibox en aquel tiempo, Robinson Villaroel, nos hizo firmar un documento donde estaban todos nuestros nombres. En él decía: “Ámbar Herrera” y una cifra de unos 500 mil pesos. Y él dijo: “Ustedes van a firmar por ese monto, pero en verdad no van a recibir eso. ¿Por qué? Porque nosotros igual tenemos que darle dinero a sus compañeros que vienen de regiones que no están en la nómina. Así que ustedes, de esos 500 mil pesos que dice ahí, solo van a recibir 200. Y con los otros 300 nosotros vamos a hacer como un fondo para poder darle esta plata a los chicos que están de regiones porque igual llevan entrenando con ustedes”. Entonces eso no lo encontré justo.

¿Crees que si hubieses recibido más apoyo por parte de la institución, quizás ahora sería distinto?

Que te traten mal puede terminar incluso con toda una carrera deportiva o con toda una proyección en algo que te apasiona, y a mí me pasó eso. Se te cortan las alas, por decirlo así. Después de la pandemia, me tuve que reinventar, y acá en La Serena, una amiga me invitó a trabajar, así que dije: “Ya, me voy a probar suerte”. Aquí conocí otro gimnasio de boxeo en el cual me dieron la posibilidad de dar clases dos veces a la semana para mujeres en el boxeo. Me di cuenta de que funcionaba y a las niñas les gustaban mis clases. Aunque eran poquitas, estuve como un año dando clases en ese gimnasio hasta que finalmente decidí salirme y fundar mi propio gimnasio, que ya lleva un año.

¿Cómo ha sido el proceso?

Siempre tuve el apoyo de las niñas con las que yo daba clases. Les dije que me iba a ir a ese gimnasio, y me dijeron: “Profe, nosotros la seguimos a usted”. Así que continuamos haciendo clases en una plaza, sin equipamiento, con mis focos, y unas lentejas. Y llegaba gente; mi enfoque no era solo femenino, sino que siempre he tenido el deseo de incentivar a las mujeres en este deporte, no solo para competir, sino también por la autoestima que te proporciona y toda esa autoconfianza.

¿Cuál ha sido el impacto más significativo que has experimentado al entrenar y empoderar a mujeres en el deporte del boxeo?

Poco a poco está cobrando más fuerza. Claro, es difícil, y se necesita mucha dedicación y constancia para hacer esto. Pero he llegado a varias niñas, incluso algunas me dicen que quieren pelear. Estamos entrenando para que puedan hacer su debut, ¡qué emoción! Así que seguimos trabajando en eso. También me dije: “Si yo soy capaz de pelear, vamos a hacerlo”. Así que es importante no hacer diferencias. Por ejemplo, si quiero tener un club con chicos que quieran competir y otros que quieran ser recreativos, no los voy a ignorar solo porque no quieran competir. Es importante como profesional y entrenadora saber diferenciar esas cosas y ser capaz de entrenar a alguien tanto para competir como para aquellos que no quieran hacerlo. Respetar sus decisiones y no presionarlas tampoco.