Este artículo forma parte del proyecto “Fuera los Seconds: pasado, presente y futuro del boxeo amateur en Chile”, realizado gracias al financiamiento del Fondo de Fomento de Medios de Comunicación Social 2023 del Ministerio Secretaría General de Gobierno de Chile y el Gobierno Regional Metropolitano de Santiago.

Hace 17 años, Rodolfo Nahuelpan se adentró en el mundo del boxeo amateur, convirtiéndose en una figura emblemática de este deporte en Chile. Su prominencia no se limita a su rol como juez y árbitro, ya que también es propietario de la tienda especializada en implementos deportivos de boxeo, conocida como CeroNueve. Además, ocupa el cargo de presidente en el Club Social, Cultural y Deportivo de Boxeo Macul, una entidad que acoge a más de 60 alumnos cada mes. Sus actividades incluyen entrenamientos con jóvenes del SENAME y programas de reinserción para reclusos.

Este club, ubicado en Macul, atrae a participantes de diversas comunas, como Estación Central, Recoleta y La Florida. Esto se debe a la oferta de clases gratuitas y una cuota mensual de tres mil pesos, destinada exclusivamente para aquellos que desean ser socios. Estas contribuciones, aunque modestas, resultan esenciales, ya que se utilizan principalmente para la adquisición de útiles de aseo, lo que contribuye a mantener este valioso espacio de desarrollo boxístico en la comunidad.

¿Cómo nace este club de Macul?

Comienza con Eugenio Merellano en el 2015, buscando un espacio para desarrollar el boxeo en diferentes comunas. Tenía una muy buena relación con el antiguo jefe de deportes de la comuna, y este caballero le dice: “Mira, sabes que hay un espacio en el complejo Iván Zamorano que queremos recuperar”. Era un gimnasio que, en realidad, no cumplía las condiciones de un gimnasio, sino que era un espacio para hacer deporte, y había estado en completo abandono. Empezaron un proyecto de recuperación en ese año, y como parte de ese proyecto, se buscaba tener las salas ocupadas con actividades. Le prestaron ese espacio al profesor para que él tuviera su sala.

¿Han incorporado el boxeo en cuestiones sociales dentro de la comuna?

Sí. Y el psicólogo de la municipalidad, que trabajaba en esta sala del segundo piso, vio como una buena alternativa el tener a sus niños en alguna actividad deportiva. Al estar dentro del mismo complejo, él lo incorporaba como parte de la terapia. Entonces, empezó a traer a sus niños a las clases, y eso fue muy bien recibido a nivel comunal y por parte de la misma institución, como el SENAME. Luego, empezaron a llegar niños de otras comunas para que los tuviéramos aquí, y era parte de su proceso de contención, brindándoles una experiencia diferente y un espacio donde todos fueran tratados de igual a igual.

¿Cómo fue la experiencia de mezclar participantes de diferentes niveles socioculturales y económicos en las clases de boxeo, y cuál fue la reacción ante esta dinámica?

Al principio, cuando comenzamos a ofrecer clases, los primeros participantes eran personas muy relacionadas con la Municipalidad. Seguían las actualizaciones en las redes sociales de la Municipalidad, y no eran necesariamente residentes de la población Santa Julia, sino que vivían fuera de ella. Había personas con profesiones y empleos remunerados de un nivel sociocultural y económico bastante alto, y se estaban mezclando con los niños del SENAME. Esto creó una dinámica bastante peculiar, porque al principio teníamos nuestras dudas y decíamos: “¡Oye, pero cómo se comportarán estos niños!”. “¿Se adaptarán adecuadamente a un gimnasio deportivo?”. Y sí, funcionó. De hecho, creo que ni nosotros imaginábamos esa respuesta.

Y después de eso, dimos un paso adelante cuando gente de Gendarmería se acercó a nosotros. Querían hacer una colaboración porque tenían algunos reclusos que estaban a punto de cumplir sus condenas, quienes habían tenido un buen comportamiento en las instalaciones de Gendarmería y estaban buscando una forma diferente de reintegrarse antes de otorgarles completa libertad, fomentando su socialización.

¿Ellos se han incorporado de manera más comprometida con el club?

Hay uno, de hecho, que comenzó a trabajar con nosotros, quien había sido boxeador en sus años jóvenes, y otros que eran profesores de educación física. Entonces, para nosotros, fue un ganar-ganar, porque estábamos ayudando a estos jóvenes a comenzar a socializar y, al mismo tiempo, recibimos personas con experiencia que nos ayudaban a impartir las clases. Después de eso, ya teníamos a los reclusos de Gendarmería de forma regular; venían todos los días y tenían que firmar su libro. Uno de ellos sigue siendo parte del club de boxeo hasta el día de hoy. No participa activamente, pero sigue estando presente.

¿Qué impacto tuvo esta colaboración a largo plazo?

Es una comunidad activa. Continuamos trabajando en el tema de inclusión. Y al día de hoy, estamos colaborando con Aldea SOS. Va de maravilla porque ya tenemos la experiencia, ya sabemos que esto funciona. Es decir, seguimos haciendo la tarea como siempre, y ocurre algo muy especial. El niño llega acompañado de un tutor, son 4 o 5 niños que asisten a nuestras clases, y al finalizar, el tutor los recoge en un furgón y se van al lugar donde se hospedan. Y los mismos tutores nos dicen que cada vez que llegan al hogar, se bañan, se acuestan, y al día siguiente amanecen frescos. No tienen crisis.

Basándonos en la experiencia exitosa de este club y su inclusión de diversas comunidades, ¿consideras que es necesario promover y fomentar este tipo de iniciativas a nivel nacional para crear comunidades más inclusivas?

El boxeo funciona para fortalecer los lazos. Funciona. Sería bueno, por supuesto, replicar esto en otros lugares. La cuestión es que no sé si se puede replicar de la misma manera en todas partes, porque nosotros tenemos dos cosas. Una es el taller de boxeo municipal, que es propiedad de la municipalidad, y nosotros compartimos el espacio para operar como un club. Somos el Club Social, Cultural y Deportivo de Boxeo Macul. Entonces, la idea es replicable siempre y cuando existan más clubes con esta misma línea de trabajo y, por supuesto, cuando las municipalidades estén dispuestas a brindar los espacios y las condiciones para empezar a trabajar.

Entonces, en cuanto a eso, ¿cuáles son los desafíos que enfrentan?

Además de que la municipalidad preste los espacios, porque es ahí donde hay una complejidad, creo que el principal desafío es la perseverancia de los líderes. Al principio, aunque es cierto que la municipalidad proporcionó el lugar, luego la municipalidad siempre intentaba buscar alternativas, diciendo cosas como: “Tienen demasiados alumnos, necesitamos encontrarles otro lugar”. Sin embargo, las ubicaciones que nos ofrecían no nos convencían, ya que perderíamos nuestro público, y nuestro público proviene de la población. Entonces, resulta complicado convencer o ser persistente como equipo de trabajo para persuadir a los municipios a que mantengan estas actividades.

Y los implementos mismos, también corren por cuenta de ustedes…

Claro. Cuando tenemos que comprar cosas decimos “ya hagamos un par de veladas, hagamos unas rifas, consigamos por ahí con unas empresas, consigamos que nos presten el ring, que nos presten los equipos para competir, todo”. Así empezamos a juntar las lucas, y terminamos comprando las estructuras metálicas, compramos los sacos, las colchonetas. Ahora tenemos un ring, que salió desde la municipalidad. Pero nosotros empezamos en el 2015 a pedir esto, y recién ahora la muni dice, “ya, estos son de verdad, ya no les podemos seguir cerrando las puertas, no les podemos seguir limitando, pongámonos con unas lucas”. Y en un concejo municipal, hicieron esta aprobación de proyecto para comprarnos un ring.

Parece que tu labor en el club de boxeo es principalmente impulsada por gratitud y devolución hacia la comunidad. ¿Cuál es la recompensa más significativa que obtienes al trabajar con estos jóvenes?

Bueno, es cierto. De ahí no recibes un sueldo ni nada, es solo por gratitud. Por gratitud. Y devolución a la comunidad. Es que sabes que no hay nada más grato y entretenido que ver a los chicos en el gimnasio. Yo llego, y me saludan, así como “buena profe, ¿cómo está profe?” y la cosa. Yo llego a las veladas a trabajar como árbitro-juez, y es bacán porque a veces van niños nuestros, de nuestra escuela, que son chicos que conozco, y nadie me cuenta la historia de que, no, cuando el chico dice, “no, yo gané mi combate”, y yo voy a un club, un club de barrio, yo no pago ni un peso, y estoy entrenando a nivel competitivo. Ahí está el premio. Ahí está el regalo.

¿Han logrado hacer esta transición de boxeo recreativo a competitivo?

Nosotros no teníamos equipo competitivo, siempre hacíamos boxeo recreativo porque no teníamos la estructura… tienes 40 chicos, ¿cómo hacer boxeo competitivo? ¿Cómo dividir la clase? ¿Van a trabajar con ellos? Y ahora nosotros ya estamos haciendo un trabajo un poco diferenciado. Estamos trabajando con otros profes que también, por simple gusto, nos ayudan. Entraron al gimnasio ellos a hacer deporte, se dieron cuenta de lo bonito que es esta cuestión y se quieren sumar. ¿Y cómo se suman? Haciendo clases a los chicos. Llegan más temprano, las clases empiezan a las 6, pero llegan a las 5, entonces hacen el trabajo competitivo antes, y después está el entrenamiento normal.

¿Cómo surgió la idea de enfocarse en el boxeo competitivo? ¿Fue una solicitud de los propios jóvenes que querían competir?

Hacemos una velada todos los meses, y en estas veladas incluimos a nuevos niños porque muchos de ellos nos piden competir. Entonces, en algún momento, les damos la oportunidad, los dejamos competir, y el chico puede decir: “No, profe, sé que me equivoqué, esto no era lo mío. Quiero seguir entrenando de forma recreativa”. La idea es brindarles la oportunidad, permitir que los chicos se expresen y que, cuando haya una velada, participen de manera activa. No participan al azar, ya que los preparamos y les proporcionamos el equipo necesario. Tenemos uniformes de combate para 12 boxeadores. Creo que incluso los clubes más exclusivos no cuentan con tantas técnicas de combate como nosotros. Hemos acumulado varias cosas desde que comenzamos.

¿Cómo ves el futuro de estos clubes de barrio?

Los clubes de barrio a menudo dependen de las personas mayores que están a cargo, y eso me preocupa. Me inquieta que muchos de estos clubes sigan funcionando principalmente porque sus fundadores, los adultos mayores, aún están vivos. No estoy seguro de si esta situación es una realidad en otras comunas, y te lo digo sinceramente. Desconozco si en otras comunas existe algo tan sólido como lo que hemos logrado en Macul. Porque sé que aquí, dentro de la misma comuna, hay otros entrenadores de boxeo que están comenzando a dar clases, tal como nosotros lo hicimos en su momento. Pero no estoy seguro de si perdurarán en el tiempo. La idea sería que se unieran a nosotros, y siempre los invito a venir aquí para ayudarles a mantenerse en el camino y evitar el fracaso. En la actualidad, si no eres persistente, si no eres tenaz y si no perseveras, la misma institución puede excluirte. El propio municipio puede encargarse de eliminarte.

¿Qué significa para ti todo esto que han ido construyendo en Macul?

Lo que hemos construido aquí, aunque no deseamos presumir, es algo por lo que he estado luchando desde 2015 hasta el día de hoy. Siempre he mantenido la idea de que el club debería ser completamente gratuito. Entonces, cuando decimos realmente “boxeo para todos”, no es solo una palabra vacía, ya que muchas empresas cobran por sus servicios. Por lo tanto, deja de ser “para todos” en ese sentido. Lo que estamos ofreciendo aquí es verdaderamente boxeo para todos, porque estamos en la calle, con la puerta abierta. Puedes llegar y preguntar: “Hola, ¿puedo unirme?” Y te responderán: “Sí, claro, entra”. No necesitas inscribirte en una planilla ni registrarte en nada.

Mencionaste la importancia del boxeo gratuito y abierto. ¿Cómo crees que esta accesibilidad podría contribuir a devolver al boxeo su popularidad a un nivel más amplio?

No, creo que la solución proviene de otro enfoque, de una perspectiva diferente. Creo que la masificación depende en gran medida de la institución, en este caso, la Fechibox. Actualmente, lo que hacemos aquí tiene un gran impacto en la comuna. Si preguntas en Macul si hay boxeo, todo el mundo sabe que en Macul hay boxeo. Cuando organizamos veladas en el gimnasio municipal, se llena. Es común que cuando anunciamos una velada, incluso en nuestro espacio, donde no hacemos publicidad ni nada, simplemente decimos: “¡Vamos a hacer una velada externa!” Metemos a 100, 150 personas allí, y la gente mira desde la ventana porque ya no puede entrar más gente. Dentro de la comuna somos muy conocidos y tenemos un gran alcance, pero si deseamos que el boxeo sea masivo a nivel nacional, debemos trabajar desde arriba, desde la institución.

¿Qué crees que falta?

Seamos críticos. Sí, creo que la federación todavía está atrapada en el pasado. No se ha modernizado y deben darse cuenta de que el boxeo ha cambiado. Los jóvenes que practican boxeo hoy son diferentes. Hoy, el boxeo no se limita a lo que solías ver en el chico del barrio; también hay personas muy acomodadas que practican boxeo y están en la élite del boxeo nacional. Culturalmente, el boxeo es mucho más inclusivo en la actualidad y llega a diferentes sectores de la sociedad, pero no se ha masificado porque nuestra Federación todavía no ha encontrado el detonante adecuado. Ese clic aún no ha ocurrido. Creo que el detonante hoy en día podría ser la masificación de torneos, el uso de las redes sociales y la promoción de deportistas que compiten en el extranjero. Actualmente, tenemos un equipo de élite en Bogotá, y solo las personas involucradas en el boxeo y aquellos cercanos a ellos lo saben. Somos los únicos que estamos al tanto.