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Si uno analiza la actuación de la Selección Chilena de Boxeo a partir de los fríos números el balance no podría ser positivo. Tres derrotas y ninguna victoria sobre el ring, salvo aquel triunfo por no presentación que consiguió Héctor Tapia ante un representante de Perú y que permitió que clasificara a los Juegos Panamericanos de Lima 2019.

Pero hay factores, sin ánimo de defender, que explican lo sucedido en Managüa y que podrían permitir comprender de mejor manera el contexto que rodeó la presentación nacional en el Polideportivo Aléxis Argüello de Nicaragua.

La competencia y la renovación

El primero de ellos es el nivel de la competencia, estamos hablando de un torneo que reúne a lo mejor del boxeo continental, con potencias como Cuba y Estados Unidos que acudieron con sus respectivas delegaciones a la competencia.

Los integrantes de nuestro equipo nunca antes habían experimentado este nivel de competencia, recordemos que la Selección se desmembró luego de los Juegos Sudamericanos de Cochabamba y nombres como Miguel Véliz, Joseph Cherkashyn y Eduardo Zuleta decidieron continuar con sus caminos más allá del amateurismo.

Hablamos de un equipo que llevaba en formación por más de media década y que había conseguido éxitos como medallas bolivarianas, sudamericanas e incluso panamericanas como la que consiguió Miguel Véliz en 2015.

Ese equipo desapareció y hubo que partir de cero, con un nuevo jefe técnico como el ecuatoriano Segundo Chango, quien tuvo que echar mano a un grupo de jóvenes, muchos de ellos con pocos años en el boxeo y que serían la base del equipo nacional hacia el futuro. Tomando en cuenta que ya algunos de ellos habían expresado su decisión de seguir en el terreno profesional.

Así, es entendible que un equipo en formación como el nacional, no posea los conocimientos empíricos respecto de lo que es la alta competencia olímpica, más allá de la preparación previa que hubo con viajes a Ecuador y República Dominicana.

Sorteo difícil y clima hostil

A este punto hay que sumar un mal sorteo. Dos de nuestros boxeadores tuvieron su debut ante rivales complicados y de mucha experiencia en este tipo de eventos. En el caso de Rivas, ante el nicaragüense Brennes y por su parte Diego Guerra, ante el experimentado dominicano, Euri Cedeño.

El clima hostil de Managua también fue un factor que afectó el rendimiento nacional. La humedad y el calor hicieron mella en el físico de nuestros deportistas, algo que quedó más patente en la performance de Patricio Rivas que, pese a dominar en la primera parte del combate, luego decayó en su rendimiento hasta terminar siendo superado en el último asalto que desniveló la pelea.

Ante rivales de igual o mejor calidad técnica, sumar la desventaja física es un punto que vuelve la situación en irremediable y esto pese al intenso trabajo que hizo nuestro equipo en los meses previos a esta participación.

Lo que queda para el futuro

Tomando en cuenta estos factores, hay algunos aspectos positivos respecto de la participación nacional, siendo quizá el más importante la personalidad que demostró el equipo y la actitud con la cual afrontaron las desventajas que se presentaron durante este torneo.

Patricio Rivas dio un tremendo combate y pese a ser superado por Cedeño, Diego Guerra tampoco bajó los brazos en ningún punto de la pelea. Mención aparte también al esfuerzo realizado por Héctor Tapia en su pelea contra Colombia, donde enfrentó a un rival que lo superó por varios centímetros de estatura, pero que aún así logró poner en aprietos en más de alguna ocasión.

En síntesis, son muchas las tareas que quedan pendientes, sobre todo considerando que Tapia tendrá que presentarse a combatir dentro de unos meses en Lima, pero quizá la más importante de ellas, sea el continuar con el trabajo de Segundo Chango y la búsqueda de nuevos nombres que refresquen el equipo nacional.

En ese sentido, se hace imperioso mantener el trabajo con las boxeadoras femeninas, dado que nuestro país no se puede retrasar en comparación a otras naciones en esta materia, que sí han potenciado el boxeo femenino y con buenos resultados como Colombia, Nicaragua, Venezuela y para qué decir, Argentina.

Un primer apronte a nivel internacional que debe marcar el punto de partida de una generación y no el derrumbe de un grupo de jóvenes que tiene hambre de conseguir cosas en el deporte y en esa línea, el apoyo que entreguen las autoridades deportivas a cargo debe ir acorde con las aspiraciones que presenten estos deportistas.