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Jorge Drouillas Espinosa[1]

 

En 1920 el boxeo aún estaba poco desarrollado en el norte de Chile. Si bien existían una buena cantidad de encuentros aficionados, los clubes estaban poco normados y los encuentros se llevaban a cabo bajo sospechosas condiciones.[2] En medio de estas  dificultades, el iquiqueño Santiago Mosca figuraba como un hombre de gran fuerza y combate violento, pero a Mosca no le bastaba, quería crecer en este deporte y buscaba acuciosamente poder mejorar su boxeo. Sin embargo, para entonces no existían en Iquique profesores capacitados, aunque sí bibliotecas, de modo que Mosca se dedicó a estudiar acuciosamente cuanto manual llegaba a sus manos.

Debemos recordar que en esa época existía en la zona una fuerte influencia de la cultura inglesa y norteamericana, debido a la instalación de abundantes oficinas salitreras y a los inicios de la explotación del cobre por capitales extranjeros, producto de lo cual llegaban múltiples textos sobre boxeo y preparación física. Los libros de esta materia fueron devorados por Mosca quien, día tras día, con sólo rudimentarios conocimientos de la lengua inglesa y observando los dibujos, se formó realmente como un boxeador de “libro”.

Así, este esforzado estudioso de la disciplina, ingresó al boxeo profesional en 1916 y, después de 10 victorias consecutivas, alcanzaría su gran oportunidad al enfrentar en un combate al célebre ex campeón sudamericano Manuel Sánchez[3] en 1921. Dicho match se registró en el estadio municipal de Iquique, donde Mosca era visto como la presa de Sánchez, ante su falta de experiencia y el alcance del nombre de quien sería su rival. Sánchez venía de ser derrotado por el uruguayo Fernández, pero aun así aventajaba a Mosca en experiencia. Así, Mosca se preparó a conciencia para una pelea larga, en la que tendría que incluso ceder rounds. La pelea fue tal lo previsto, Sánchez salió a matar, buscando la victoria por la vía rápida, pero era justamente lo que Mosca esperaba. De este modo, resistió el embate hasta el cuarto asalto, momento en que Mosca empezó a contrarrestarlo y contragolpearlo. El apoyo del público se volcó de manera contundente hacia Mosca, quien terminó venciendo al favorito Sánchez. A partir de aquí Mosca se transformaría en una leyenda del pugilismo nortino sosteniendo una revancha posteriormente con Sánchez en Santiago en el popular recinto Campo los Sports de Ñuñoa, venciéndolo por KO y de paso acabando con la carrera de Manuel Sánchez. Así, Mosca se trasformó en la sensación de Santiago, transformándose en un púgil muy requerido en el circuito nacional.

Sin embargo, esperó su momento para llegar a lo máximo del podio nacional, hasta que en 1922 llegaría su esperado combate contra el retador al campeonato sudamericano, el célebre “escultor de mentones” Luis Vicentini. El encuentro tuvo lugar en el Campo Los Sports[4], pero los especuladores de la época cobraron muy caro por las entradas, cosa que no era muy habitual en esos años. En dicho encuentro, que contó con  poco público, Mosca salió a intercambiar con el joven de Recoleta, cayó cayendo por KO.  Así terminaría la leyenda de Mosca, quien se  retiraría después de esta contundente derrota. Sin embargo, durante este breve paseo por la capital, Mosca se transformaría en un referente para los jóvenes iquiqueños, hasta que 1923, un joven nortino que trabajaba en el Barrio Matadero llegaría a un pequeño club de la calle Franklin y, con el nombre de Estalislao Loaiza llegaría a hacer historia.

[1] Magister en Historia y Ciencias Sociales, Profesor de historia, Juez y monitor de boxeo. Asociación Santiago Oriente.   Documento editado por Marta Valenzuela, Facso Universidad de Chile

[2] Aun en 1920, todavía no existía un cuerpo de árbitros y jueces, debidamente organizado, así mismo era común la disputa de boxeadores en pesos de diversas categorías, solo la Federación de boxeo hacia 1923, logro establecer en 6 y 12 asaltos las peleas pactadas.

[3] http://boxeadores.cl/2016/05/13/manuel-sanchez-el-primer-campeon/

[4] Revista Estadio Año VI,  11 de enero de 1947. N°141.  “Figuras del recuerdo, Santiago Mosca”  Pagina 31